viernes, 22 de noviembre de 2013

Lunes

Estuvimos hasta pasada la una y media, ya que al día siguiente nos tocaba conocer el nuevo instituto. Tobías iba totalmente borracho y seguramente, cuando despertara, tendría una resaca de caballo. Samuel no lo iba tanto, pero aún así insistí en que se quedara a dormir en casa. Galatea, por su parte, iba sobria, al igual que yo. Ella optó por irse, no quería molestar a pesar de que intenté disuadirla de ello. Después de llevar a Tobías y a Samuel a sus respectivos cuartos, desapareció, así que me fui a dormir.

Me desperté más pronto de lo que pensaba. Eran las seis y cuarto. Había dormido cuatro horas y poco, pero aún así no tenía sueño. Fui al baño y me dí una ducha rápida. Por el pasillo se podía oír roncar a mi guardián. Me entraron una ganas inmensas de soltar una carcajada.

Me vestí rápidamente y salí a desayunar. Ambos chicos ya estaban despiertos, pero medio zombies. Todavía llevaban el pijama puesto y el resacón que tenían era de campeonato. Bajé contenta la escalera y me encaminé a la cocina. Allí encontré a todo el personal de servicio. Había mucha gente a nuestra disposición, y me costaría acostumbrarme a eso, pero solo una joven se percató de mi presencia.
-Señorita, ¿necesita algo para tomar?
-No, tranquila, solo quería saber que podría coger para desayunar.- indagué.
-Ya está preparado todo, señorita, puede escoger lo que quiera. El señor nos avisó de su colaboración. Él quiere evitarla a toda costa.- explicó.
-¡Oh, venga allá! Tobías.- lo llamé. Al ver que no contestaba, me disculpe de al chica y me dirigí de nuevo al piso superior.- Tobías.- repetí. El grifo de la ducha estaba encendido, así que decidí que lo mejor sería esperarlo en su habitación. Siempre se deja la puerta cerrada, por lo que la abrí sin llamar y un poco más y me lo encuentro totalmente desnudo. Solamente llevaba puesto el bóxer.
-¿Pagándote la venganza, pequeña?-sonrió con picardía. Me sonrojé, pero no pude moverme. Estaba en shock.
-No…no- ¿por qué estaba allí? No lo recordaba.
-¿Entonces…?- se fue acercando poco a poco a mí.
-No lo recuerdo.- confesé.
-A ver si esto te hace recordar.- susurró a milímetros de mis labios, los cuales unió a los suyos. Me pegó bien a su cuerpo, sujetándome de la cintura, mientras yo perdía por completo la cordura por su ternura al besarme. Deslicé mi mano desde su cuello hasta enredarlo en su fino y oscuro cabello. No fueron más de treinta interminables segundos antes de que nos separáramos para coger aire.
-Será mejor que te vistas y bajes a desayunar, que sino no llegamos.- me rubicé.
-Como quieras, princesa.- sonrió. Consternada, descendí al piso inferior, al comedor, y desayuné. No tardó en llegar Tobías acompañado de Samuel. Charlamos animadamente, como si nada hubiera pasado en la habitación. El lobo le dió algo a Sam que le evitó la desagradable resaca. Una vez acabado el desayuno, salimos a coger el coche, ya que Tobías le dió el día libre al tio de nuestro amigo.
-Yo conduzco.- comunicó el moreno. Sin contestarle, nos subimos al coche, Sam de copiloto y yo detrás. Llegamos al nuevo instituto. El lobo estacionó en el aparcamiento. Nos bajamos tranquilamente del vehículo y después, Tobías se fue por su lado. Cuando se volvió a darme un beso de despedida, en la mejilla, pude notar un cambio en sus ojos: no eran azules, sino que eran verdes. Como cuando estuvimos en la fiesta del instituto en la Jeremías me intentó matar. Sonreí sin darle importancia. Gala me avisó de que iba a cambiar, así que no había de que preocuparse.
-Tú debes ser la nueva.- oí una voz detrás de mí. Dí media vuelta para encontrarme de frente con su dueña. Era pelirroja y de piel muy clara, se podría decir que era idéntica a Melanie.
-En efecto. Sarah.- extendí la mano amistosamente, pero con una sonrisa totalmente falsa que no logré sostener por más de diez segundos. Ella rechazó la mano, girando la cabeza hacia la chica de su lado y yo retiré la mano con un encogimiento de hombros.
-Maika Harrison.- escupió con desdén. En eso llegó mi amigo.
-Sarah.- me llamó. Me cogió del brazo y me arrastró lejos de ellas.- No sería muy conveniente que te juntaras con esas…
-Ten por seguro, que antes me quedo sola que mal acompañada.- afirme interrumpiendolo. Él rió, pero su risa se vio interrumpida por la misma voz de antes.
-Sam…- suspiró.
-Para ti, Samuel.- todos los músculos de su cuerpo se tensaron.
-Como quieras. Solo queríamos hablar un poquito con Sarah.- hizo la típica mueca de niña buena.
-¿De Tobías?- intentó adivinar.
-¿Desde cuando me interesa ese? De sobra sabes que llevo años muriendo por ti.- se acercó demasiado y pasó los brazos en sus hombros.
-Pues a ver si mueres de una vez.- agarró mi mano con delicadeza y rapidez y salimos de la escena. Maika se quedó estática, con la boca abierta, sin saber que responder a eso.

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