viernes, 31 de mayo de 2013

Nataniel

Mientras todo aquello ocurría, en una ciudad remota, en la ciudad había bullicio y fiesta. Nataniel miraba desde la ventana de su habitación los festejos. Siempre le habían gustado las fiestas y en otro tiempo habría ido corriendo a emborracharse, pero ahora ya no. Todo había cambiado. Se sentía inútil. Iba a ser padre, no sabía de que, pero si con quien iba a tener ese hijo y no podía luchar por conseguirla. Sentía impotencia y rabia. Si no fuera por aquel infeliz, Sarah estaría allí con él, disfrutando de las fiestas, bailando con su falda larga verde y su tiara de flores de pradera. Nataniel suspiró con nostalgia. Se apartó del ventanal y salió de la habitación, para entrar en una habitación contigua. En la habitación no había nada, sólo en el centro un majestuoso piano de cola negro con acabados en oro, que hacía juego con las paredes. El suelo, por el contrario, era de mármol de cuadros negros y rojos. No tenía nada que ver con el resto del apartamento. Ésta estancia era digna de un vampiro malvado, tipo el Conde Drácula. No había entrado desde que llegó Sarah, pero ahora era el momento ideal. Se sentó frente al piano y tocó una melodía de notas agudas, que ponía los pelos de punta. Nadie desde fuera lo podía oír, la sala estaba insonorizada. Aunque siempre creyó que aquello era una simple ilusión de su imaginación cuando dormía y tenía sueños tormentosos. También por eso ni su hermana, ni la novia de esta oían esa espeluznante melodía, siempre la misma.
Y así pasaron los años. Le creció barba incluso, aunque si que se duchaba. Parecía que había envejecido como treinta años, cuando antes aparentaba no más de dieciséis. Todos los días iba a aquella habitación misteriosa. Tocaba como doce horas al día, las otras doce horas se imaginaba a si mismo con un bebé, su bebé en los brazos, se preguntaba si Sarah ya habría dado a luz, si había abortado, si se habría enamorado de Tobías o de cualquier otro. Cada día pensaba cosas peores, pero cerraba los ojos e imaginaba que la chica estaba junto a él, en la casa con la que siempre soñaron, con niños correteando a su alrededor. Se imaginaba a una familia feliz.
Hasta que una tarde de un hermoso día de primavera, decidió dejar el apartamento por unas horas para dar una vuelta al parque. Allí ocurrió, sin darse cuenta, se había vuelto a enamorar. Amor a primera vista. La chica era alta y delgada, su melena era castaño claro hasta la cintura, sus ojos verdes. Al verla recordó el tiempo que llevaba solo, con la única compañía de su hermana y su cuñada. Pero chicas con las que poderse acostar, ninguna. Así que Nataniel Fox volvía a la carga. La chica se sentó en un banco. La falda de tubo se le subió ligeramente, dejando ver parte de la parte superior de la pierna. Del bolso sacó su móvil y empezó a usarlo. Nataniel se acercó al banco y se sentó junto a la chica. Llevaba puesta una camiseta ceñida blanca que dejaba ver sus perfectas abdominales. De un bolsillo de su tejano sacó un paquete de tabaco, llevaba un tiempo adicto a la nicotina. No sacó el mechero a propósito, porque si que llevaba.
-Perdona.- llamó la atención de la chica.- ¿Tienes fuego?- preguntó únicamente. Ella lo miró.
-Claro.- le dió un mechero que sacó de uno de los bolsillos exteriores del bolso.- A mí se me acabaron esta mañana.- miró con deseo el cigarrillo que acababa de ponerse el chico en la boca.
-Coge uno si quieres- le tendió el paquete. La chica vaciló, pero acabó cogiendo uno, se lo puso en la boca y, una vez que terminó Nataniel, se encendió ella el suyo.- ¿Cuánto hace que fumas?- preguntó de improviso.
-Casi dos años.- contestó sin inmutarse, como si no fuera la primera que se lo preguntaran.
-Yo llevo casi dos meses y no puedo parar.- respondió ella a una pregunta que no le habían ni formulado.- ¿Puedo hacerte una pregunta?- Nataniel la miró con una sonrisa.
-Ya me la estás haciendo.- dijo provocando que la chica se sonrojase.
-¿Cuántos años tienes? Tú expresión es dura y cansada, como si tuvieras ya los cuarenta pasados; pero tú cuerpo indica que eres un joven fuerte.- "muy observadora" pensó. ¿Cuántos años podría tener en ese momento Sarah?
-Diecinueve.- contestó. La chica lo miró con sorpresa. En su cabeza no cabía como podía aparentar cuarenta y tantos cuando tenía diecinueve.- Es por la barba, me hace más viejo. En cuanto llegue a casa me la afeitaré. Ya me he cansado de ella.- explicó.- Por cierto.- añadió.- Soy Nataniel, pero Sa… para mis amigos soy Nath.
-¿Tienes novia?- preguntó tímida. Nataniel la miró triste.
-¿Tengo pinta yo de tener novia?
-No, no claro. Pero es que ya sabes, no pareces un chico feo. Sin esa barba debes de estar mucho mejor.- dijo natural, tranquila, algo que le gustaba mucho a Nataniel.- Yo soy Malena. Tengo dieciocho cumplidos de hace una semana.- anunció con orgullo.
-Felicidades con retraso.- después de eso se quedaron en silencio. Nataniel miraba los árboles que tenía enfrente y Malena miraba al desconocido.
-Estás así por una chica, ¿cierto?- preguntó con delicadeza. Nataniel desvío su mirada hacia ella.
- No siempre ocurre lo que queremos.
-No deberías sufrir por ella. Seguramente ni te merecerá.- intentó animar. Nataniel hizo una media sonrisa.
-No fue culpa suya, ni mía. Fue de otro por obligarla a que se fuera. Sé que me ama y yo creo que la sigo amando, pero no sé donde está y hace como dos o tres años que no nos vemos.- explicó.
-Yo he tenido cuatro novios: a uno lo dejé por solo quererme para el sexo, el segundo me dejó porque dudaba, con tercero corté por acostarse con otra y al cuarto por narcotraficante.
-Que suerte con los novios, mira que los elegías bien.- se burló el chico.- Oye, ¿tienes algún plan para esta noche? Podrías venir a mi casa a cenar y así seguir hablando.- propuso.
-Me encantaría. Me siento muy a gusto hablando contigo.- sonrió. Malena le dió su número de móvil y Nataniel el suyo.
-A las siete estate preparada. De todas formas, cuando esté llegando a tu casa te haré una llamada perdida y bajas, ¿ok?- la chica asintió.
-Pues hasta esta noche.- se despidió de él con un beso en la mejilla y siguió su camino. Nataniel la vio desaparecer en la lejanía y sonrió. Por fín, esa noche volvería a ser el de antes, volvería a tener sexo con la primera que se le cruzara. Menos mal que Natasha y Yuna se habían ido de crucero y no volverían hasta el mes siguiente, que si no…

miércoles, 29 de mayo de 2013

Perdón

Chicas, el último capítulo lo publiqué el día 29, no el 15, así que está mañana en la tarde subiré otro, para que no se confundan con lo del maratón y todo eso.
A lot kisses <3

jueves, 23 de mayo de 2013

Luna llena, noche de lobos

[Luna llena, negra noche
Noche de lobos
¿Lo oyes allá a lo lejos?
Procede del bosque
De las montañas
Se esconde entre los tejos
Tras el velo de la noche
El prado repleto de cabañas
Curiosos de naturaleza
Curiosos por naturaleza
Aullidos
Aullidos de lobos y lobeznos
Chirridos
Chirridos de las víctimas curiosas
Lobos, seres de la oscuridad
Reyes de las noches
Hoy la luna resplandece bella
Hoy luna llena, noche de lobos.
                                       Gigy Martí]

Se acercó peligrosamente a mí. Agachó su cabeza, tanto que nuestras frentes chocaron. Pude sentir su respiración chocar contra mis labios. Un brazo suyo me rodeó la cintura. Cerré los ojos.
-Quiero que me sigas el juego, ¿está claro?- susurró. Asentí. El brazo que le quedó libre lo acercó a mi cadera. En vez de sentir su mano sobre mí, noté una superficie fría, que era imposible que aquello estuviera vivo. Pero no dije nada. Aquello me apretó más y más, hasta hacerme un corte. Abrí los ojos cuando sentí la sangre correr por mi pierna. La vista se me distorsionó. Jeremías parecía cada vez más lejano. Estaba cayendo.
-Hijo de perra.- mascullé. Después todo se hizo oscuro. No recuerdo nada de lo que ocurrió después, tal vez porque estaba inconsciente, pero tampoco recuerdo el sueño. Al despertar, la luz del sol me hirió los ojos, por lo que me puse una mano delante, mientras me incorporaba. Unas pesadas cortinas estaban corridas y aún así la luz las transpasabas. Me asusté cuando ví a Tobías sentado en una silla a los pies de la cama. Los codos los apoyaba en las rodillas, echando la parte superior de su cuerpo para adelante.
-Al fin despertaste, bella durmiente.- susurró con una sonrisa. A cualquier otra chica le habría arrancado una risita nerviosa y un sonrojo. Incluso a mí antes, pero no ahora.
-¿Qué…qué ha pasado?- pregunté lentamente, me costaba articular las palabras. Tobías se levantó de la silla, para sentarse muy cerca de mí. Me acarició la mejilla con el pulgar.
-Perdiste mucha sangre. Afortunadamente no perdiste al bebé.- explicó con una sonrisa tierna. Y añadió.- El chico con el que hablabas, Jeremías, logré escuchar, huyó enseguida y te dejó tirada en el suelo. Tenías un corte bastante profundo en la parte derecha cadera. ¿Te lo hizo él?
-Si- suspiré.- Y todos los cazadores me han dado por muerta. Gracias a él y a este maldito corte en la cadera.
-Bueno, al menos estás viva, es decir, estáis vivos, tú y el niño.- sonrió.
-Te corrijo, los niños.- se anunció un peculiar personajillo. Era menudo, con el pelo largo hasta los hombros, ondulado y de un color azul que nunca había visto. Sus ojos eran grandes y negros, sus orejas largas y acabadas en punta. Iba vestidos con un esmoquin de chaqueta y pantalones color tierra y una camisa beige. Para mi sorpresa, iba descalzo. Tobías lo miró y se levantó a modo de respeto.
-Sarah, quiero presentarte a Durman, es un elfo, aunque es obvio. Él es quien nos, bueno, te puede ayudar con todo este tema del embarazo. Durman, ¿cómo que los niños?
-Esta no es la primera vez que se da este caso. Hace unos cuantos siglos, se conoció un caso similar. Lo que ocurrió fue que con el paso del tiempo se fue olvidando y la nueva estirpe desapareció a la tercera generación. Dije los niños, ya que no va uno, van dos: varón y hembra.
-¡Oiga! Puede decir hombre y mujer, chico y chica, pero varón y hembra suena como a… animal, un ser antiguo o anticuado.- reproché.
-Pues es una chica y un chico, si quieres que sea más moderno.- dijo con tono burlón.
-¿Son gemelos?- preguntó Tobías por mí.
-O mellizos, la cuestión es que vienen dos de distinto sexo, lo demás da igual, ¿no?- respondió el elfo.
-Tiene razón, Tobías.- levanté.- ¿Qué más dará?
-Tu hermano y tú sois gemelos, ¿me equivoco?- dudó Durman.
-No, no se equivoca, somos gemelos.
-Pues lo más probable es que salgan gemelos, pero tampoco prometo nada. Hay tanto un 50% de que toque gemelos que mellizos, pero un 100% de que sean de sexo opuesto.- explicó.
-Pues bien.- dije. Se hizo silencio. Al intentar ponerme en pie, me tiró la herida, ya casi cicatrizada gracias a los puntos que me dieron cuando estaba inconsciente, por lo que no lo noté. Hice una mueca de dolor y al instante Tobías estaba cogiendome en brazos como si fuera yo una princesa. Bueno lo soy, pero no me gusta demostrarlo. Me bajó hasta el comedor, donde la comida ya estaba en la mesa y servida. Durman se frotó las manos. Y con razón. Había una gran variedad de delicias: tostadas con arándanos, exquisiteces exóticas de mango, queso brie con una fina capa de orégano y otras hierbas, etc, etc. La comida transcurrió en un profundo silencio que nadie se atrevió a romper.
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Hello! Ya estoy de vuelta. Adivinan donde escribí parte del capítulo? En el lugar que más odio: el hospital. Si, ha mi hermana le tuvieron que enyesar del pie hasta casi la rodilla :( casi tres horas en el hospital, Dios que agobio! Al menos había un chico guapo de unos quince años que también tenía la pierna o el pie roto jijiji pero eso sólo ha sido durante media hora. Bueno, media hora que he estado entretenida sin pensar donde me encontraba. Aquí les estoy quitando yo tiempo de sus vidas contando la mía. Bueno, espero que les haya gustado el capítulo, creo que ha sido un poco corto, pero pronto subiré otro ;P
A lot kisses

miércoles, 22 de mayo de 2013

No sé si lo sabrás, pero no eres nadie. Tantos consejos que te he dado, cuando ni siquiera nunca lo nuestro ha sido una amistad

No sé lo que ven en ti esos chicos, deben estar ciegos o algo. No me creo que tengas a tantos detrás habiendo diez mil millones de chicas mejores que tú. Puede que incluso te lo inventes todo para hacerme creer que soy inferior que tú, pero te equivocas. Nunca me sentiré menor que nadie y nunca me sentiré mayor a nadie. Si decides que quieres mentirme, adelante, a mí no me engañas, te engañas a ti misma. Yo no me trago tus mentiras, porque me han contado tantas que sé diferenciar entre la realidad y lo que sale de tu cabeza. Así que tú decides: creerte guay yendo de puta mentirosa por la vida o soltar de una vez toda la verdad y admitir que eres tú la que no tiene vida social. Por si no lo sabes llegó un momento en que:

miércoles, 15 de mayo de 2013

Dichosa Fiesta 2/2

Solo habia uno sin hacer nada, Jeremías. Él solo me miraba con una sonrisa pícara desde donde estaba. Poco a poco se acercó a mí. Cuando paró, quedó a menos de medio metro de mí. Sonreía con malicia, como si fuera la bruja malvada del cuento.
-La fiesta podría haber durado un poco más, pero tú lo has querido así. Tampoco habría durado mucho más, tal vez un par de horas como mucho.- dijo cuando retomó su marcha.
-Yo no he querido nada, ha sido todo voluntad tuya. Cúlpame si quieres, pero por esa razón no dejarás de ser el culpable.- acusé.
-¿Me tomas por tonto? ¿Te crees que no lo sé? ¡Pues claro! Y por eso mismo te hago esto. Para que sufras. Y porque, aunque lo intentes disimular, eres débil, muy débil.- dijo lentamente lo último que dijo, como si la saboreara. Sabía que esa palabra me dolía, me hacía sufrir, porque era lo que yo me consideraba hasta que murió mamá. Murió porque él la había matado.
-Bromeas, ¿no? Yo tengo de débil lo que tú de inteligencia. Tu coeficiente intelectual está bajo cero y tu nivel de cobardía supera cualquier marca, es decir, eres el hombre más cobarde que ha pisado esta tierra.- no tenía intenciones de mostrarle el golpe que me había dado sin ponerme una mano encima. Su sonrisa se esfumó totalmente de su rostro, como si nunca hubiera sonreído en su vida. Eso hizo que un escalofrío me recorriera toda la columna vertebral.
-Tú no sabes muchas cosas, Sarah. Yo llegué a enamorarme de ti. Llegué a amarte.- confesó lo que a mí me parecía una mentira. Parecía desesperado.- Pero ahora las cosas han cambiado. Ahora necesito matarte si quiero conquistar el corazón de aquella que me lo robó.
-¡Nunca me quisiste, Jeremías, nunca! ¡Desde el principio quisiste matarme! ¡Por Dios santo, Jeremías, lo sé todo, no necesito que me expliques nada! ¡Puedo vivir sin ti y sin tus explicaciones! ¡Nunca te amé y me doy cuenta ahora! ¿Sabes por qué? Porque gracias a ti volví a encontrarme con Nataniel y me dí cuenta de que siempre lo he amado y lo sigo amando.
-Nadie sabe lo que va ha salir de ese vientre.
-Y eso me da exactamente igual. Es mi hijo y lo criaré como tal.
-¿Quien te ha dicho a ti que vas a estar viva para ello? Posiblemente mueras ahora mismo o, si te escapas y llegas a tener ese hijo, morireis los dos.- una sonrisa volvió aparecer en sus labios. Nos quedamos en silencio, sólo se oía el entrechocar de espadas. Jeremías me miraba con maldad y yo queriendo fusilarlo ahí mismo- Es curioso.- rompió el incómodo silencio que se había formado entre nosotros.- Yo también voy a ser padre. Sólo que yo tengo los veinte y tu antes de cumplir los diecisiete, ya serás madre. Y justamente es de la mujer de la que estoy enamorado. Pero ella no me dejará ver a mi hijo a no ser que te borre del mapa. Así que te necesito muerta si o si.
-Resulta que yo no quiero estar muerta, que pena, ¿no?- dije con tono burlón. El frunció el entrecejo.
-No es cuestión de lo que tú quieras, es cuestión de lo que yo quiera.- remarcó el "yo".
-Mi vida es mía.
-Pero yo decido si terminar con ella.- contraatacó rápidamente. Su expresión era dura, pero en sus ojos se podía vislumbrar otro sentimiento contradictorio. Todavía me miraba como si siguieramos juntos. Me miraba con aquellos ojitos de amor que tanto me gustaban. Me sentía protegida y feliz. Una avalancha de sentimientos recorrieron mi cuerpo. Esos tres últimos años había echado mucho en falta aquella mirada. Me entraron ganas de llorar, pero no quería que él me viera así.
-¿Estaremos aquí hasta que Christien y tú rompais aguas?- ¿Christien? ¿Había dicho Christien? ¿No era su prima? Bajé la vista, mirando el suelo.
-Lo estoy pasando mal, Jeremías. De verdad. Mi padre está muerto, mi madre está muerta, ayer descubrí que tenía un hermano, que no es más que escoria; el embarazo va más rápido de lo que tendría que ir. Estoy lejos de Nataniel, no sé ni dónde estoy ahora mismo. No me puedo quejar de los cuidados a los que me somete Tobías, pero me siento como una extraña en mi propia casa.- lo miré con los ojos cristalizados. En los suyos había piedad.
-¿Tienes un hermano?- preguntó secamente.
-Si. A lo mejor no te informaron de ello y supongo que también querrás matarlo a él
-No lo mataré, no me lo han mandado a mí.- su tono era indiferente.
-¿Te importo?- pregunté con un atisbo de esperanza.
-Me importas lo suficiente como para creer que no mereces morir.- ¿eso era una confesión? Si lo era, contradecia totalmente lo que quería hacer.
-Entonces déjame desaparecer. Habré muerto para ti, para Christien, para todos, pero no me mates. Quiero saber que se siente al dar a luz, al tenerlo entre mis brazos, al oír sus primeras palabras o ver que da sus primeros pasos. El amor que se siente, que es superior a cualquier otro. Por favor, Jeremías, si todavía alberga en lo más hondo de tu corazón ese amor que tanto me diste, perdóname la vida, por favor.- supliqué. Él negó con la cabeza.
-No puedo, Sarah. Créeme que me gustaría, pero no puedo. Pondría en duda mi reputación y si se enterase alguien sería hombre muerto. De todas formas, si no lo hago yo, lo hará otro. En el distrito le han puesto precio a tu cabeza, literalmente. Creen que eres peligrosa, aunque yo sé que no harías daño ni ha una mosca.- sentenció.
-¿No queda nada de aquel amor?- pregunté con la voz casi rota, a punto de estallar en llanto. Noté una lágrima resbalar por mi mejilla. ¡Mierda! Estaba llorando delante de él, a sabiendas que no por ello iba a cambiar de decisión. Me la seque rápida, pero también torpemente. Serené el semblante y todo se cobró de un matiz distinto. No volvería a suplicar, ¿desde cuando hacía yo eso? Era de rastreros y cobardes. No, había que enfrentarse. En otro tiempo había querido aquello, la muerte, y ahora que podía tener lo que había anelado desde que murió papá no lo iba desperdiciar. A lo mejor se echaba atrás si veía que no tenía miedo y estaba decidida.- Matame si eso es lo que quieres, Jeremías. No voy a poner resistencia. Ahora bien, como toques a mi hermano, juro que quedarás maldito y las auras y las almas más malignas de todos los tiempos se volverán contra ti.- Jeremías se acercó peligrosamente a mí…
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Hola, chicas! Como van? Espero que bien al igual que yo. Espero también que les hayan gustado este capítulo y decir que está semana haré un maratón de cinco capítulos, uno cada día.
Besos ;)

jueves, 2 de mayo de 2013

¡Dichosa Fiesta! 1/2

Llegamos más tarde de lo que tocaba, ya que al entrar en inmenso salón ya estaba lleno. Entré del brazo de Tobías. El salón era circular, muy amplio, con suelo de mármol gris y las paredes estaban cubiertas por ventanales que llegaban casi desde el techo hasta el suelo, casi dos metros medirían. Conté mentalmente los ventanales: siete, tres en cada lado y uno en medio, uniendo ambas partes. Me fijé más. No era un ventanal, era una puerta que daba acceso a los jardines de la casa por un camino de piedras. Atiné a ver los escalones que tenías que bajar y una especie de muros hechos con arbustos altos.
Contuve la respiración. A cada paso que daba, más ojos examinaban mis movimientos. La música paró. Las risas cesaron, sustituyendolas por murmullos. La gente nos cedía el paso abriendose a ambos lados. Tobías caminaba recto, serio, mirando al frente. Yo, como marcaba la tradición, escondía la parte superior de mi rostro y también escondía la intimidación que sentía ante aquel gentío. De un grupo de jóvenes lobas se oyeron unas risitas nerviosas cuando vieron a mi acompañante. Yo las miré y ellas me devolvieron una mirada asesina. Les sonreí dulcemente intentando relajar el ambiente. A él pareció darle igual. Un escalofrío recorrió mi espalda. Avanzamos hacia el centro de la pista de baile, donde nos esperaba un hombre de unos cincuenta años, con bigote blanco, al igual que el poco pelo que le quedaba en la cabeza.
-¡Tobías!- exclamó el hombre al vernos.- ¡Hijo mío, has vuelto! ¡Y en la mejor compañía!- extendió los brazos y se fundieron en un abrazo con el chico.
-Padre, el encargo está hecho. ¡La princesa está de vuelta!- gritó con alegría. Aquel grito resonó en toda la sala, que se quedó totalmente en silencio antes de estallar en gritos, vítores, aplausos y demás muestras de felicidad. Le estiré un poco el brazo a Tobías para llamar su atención.
-Creí que no sabías nada de tus padres.- recordé.
-Y así es. Él me adoptó como yo a ti.- sonrió. En ese momento llegó una de las chicas del grupo que había visto antes y lo arrastrase hasta donde estaba con sus amigas. El padre de Tobías se me acercó.
-¿Cómo está, princesa?- no contesté, por lo que prosiguió.- Han venido personas importantes desde todos los reinos, como ya te habrá mencionado mi hijo.- tragué saliva.- Para verificar su vuelta y para conocerla sobre todo.- bajé la mirada avergonzada. Un montón de gente se había trasladado hasta allí por mí. Y a mí que no me gustaba llamar la atención. Miré hacía la única persona que conocía en ese momento. Estaba hablando con esas chicas, las lobas, que lo miraban fascinadas mientras hablaba. Cuando volví la vista para seguir con la conversación con el padre adoptivo del lobo, mis ojos toparon con otra persona que conocía muy bien. Apoyando en la pared, solo, había un chico que me resultaba muy familiar, sólo que no era como lo recordaba, pero eso no me impidió reconocerlo.
-Disculpa.- interrumpí, aunque no lo había escuchado todo. Sin esperar respuesta, me dirigí hacía él, abriendome paso entre la muchedumbre de una forma un tanto grotesca y maleducada, pero con rapidez. Ya estabamos frente a frente, cara a cara, cuando me atreví a preguntarle con tranquilidad, pero no pude evitar que notase el odio que destilaba mi mirada y mi voz.
-¿Se puede saber que haces aquí?- mi voz estaba teñida de el sentimiento que menos me gustaba.
-Aquí hay muchos de vosotros.- contestó sin mirarme.- La casa está rodeada. En cualquier momento os aniquilaran, romperán las ventanas para entrar y pasareis a ser historia, un mito.- me miró y cogió mi barbilla, igualando la altura de nuestros ojos.
-No podrás acabar con todos.- me desprendí de su mano y él sonrió con malicia y picardía.
-Lo que más siento es que tengas que morir tú también, pero entiendelo eres un peligro para la sociedad.- esta vez cogió mi mano y entrelazó nuestros dedos, aferrandola tan fuerte que me hizo daño. No podía escapar. Tiró de la mano, trayendome hacía si e hizo media vuelta, dejándome acorralada entre la pared y su cuerpo. Sus movimientos fueron rápidos y precisos. No me dió tiempo a reaccionar.- Para mí sobre todo. Me gustaría ser el último que probara de nuevo tus labios, Sarah.
-Te lo advierto. Puedo ser peor de lo crees.- cada vez se acercaba más y más, acortando distancias. En otro tiempo habría dejado que le besase, pero no ahora, que llevaba algo de Nataniel dentro de mí.- ¿Recuerdas a Nataniel?- no pretendía que se acordara, solo iba a decirle lo del embarazo. Él paró en seco a pocos centímetros de mis labios.
-Como para olvidarlo. Se llevó consigo a mi hermana, aunque no fuéramos hermanos de sangre, la amo con locura a pesar de que ella no está conmigo y es un vampiro. Pero él provocó que me atacara y me dejara convaleciente. Siempre se ha creído superior a mucha gente y eso le ha creado problemas. ¿Ya ha muerto? Christien iba detrás de él, no sé si habrá conseguido su propósito.- se interesó.
-La verdad, no sé si estará muerto, pero espero que no, porque estoy esperando un hijo suyo y me gustaría que ejerciera como padre.
-Espera, ¿he oído bien? ¿Estás embarazada de ese ca****.- dijo como si no se lo creyera.
-Lo que oyes. No creo que seas sordo, ¿o si?- sin esperar respuesta, le empujé para quitarle de enmedio y volví con el padre de Tobías que aguardaba junto a su hijo. Al llegar a su lado, las ventanas reventaron y de ellas saltaron hombres vestidosde negro, no se les veía la cara. La gente estalló en pánico. De entre todo el barullo, lo ví con esa sonrisa que años atrás me mataba, pero ahora odiaba, más que nada porque todo era malo. Escupí su nombre en susurros.
-Jeremías.- había sido un error hablar con él, pero no era momento de arrepentirse. Tan solo eran seis hombres. La sala se estaba despejando.
-¿Sabes?- Tobías me tendió una espada.
-Como no.- respondí. Cogí la espada y corrí hacía uno de los hombres. Me manejaba mejor con una daga, pero pude defenderme. De una estocada más me lo quité de encima. Antes de acabar con ese, ya tenía a otro atacando por la espalda como un cobarde. En vez de una espada, llevaba una daga.- Creí que esa arma era de mujer.- comenté mientras peleabamos.
-Y yo creía que las mujeres no sabían utilizar una espada y mira, ahora mismo estoy en un duelo contra una.
-Seré una excepción.- en ese momento arremetió contra mí, con un golpe fuerte, que habría vencido a un novato. Pero yo controlé bastante bien y lo que permitió que pudiera darle un codazo en el estómago, dejándolo en el suelo tirado. El golpe en el estómago no había sido fuerte, lo que si había sido fuerte había sido el golpe que se había dado en la cabeza al caer. Me detuve unos segundos. Al otro lado de la pista, Tobías ya había acabado con uno e iba por el segundo, mientras que su padre le costaba un poco más a causa de su edad, todavia iba por el primero.
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Hola! Sé que el capítulo es algo corto, por eso lo voy a hacer en dos partes. Bueno, antes que nada, dedicarle este capítulo a Julii y a Ana, porque me han ayudado a mí y a otras tantas chicascon problemas de alimentación. Otra cosa, me gustaría que comentaran. Darme ideas. A lo mejor, si veo que hay más gente que se pasa por mi blog, puede que después de la historia de Sarah, cuente la de Algodón, que no será muy larga, y la de Daniela, que sería la nieta de Sarah, que ya la tengo más o menos pensada y algo tengo escrito. Sólo decidme, ¿sigo con esta y las siguientes o sólo con esta?
A lot kisses