domingo, 17 de febrero de 2013

Celos y besos














[Estaba tan ocupada demostrando quien era que descuidé lo que realmente importa: los sueños.
¿Por qué renunciar a ellos cuando se mete alguien dentro?]



¡Dios mío! ¿Se había vuelto bipolar? Como odio que las personas se comporten de esa manera. Primero preocupado, después feliz de que despertará y ahora se enfadaba porque iba a tener un hijo de Nataniel. Tenía celos porque no era suyo, pero lo criaría prácticamente sería suyo. Mi hijo no vería a su padre hasta los dos años de edad.
-No podremos aprovechar todo lo que nos queda de día.- Nataniel se volvió a sentar a mi lado.- Estás demasiado débil como para hacer algo que requiera de actividad física.
-Sabes que será él quien los crie, ¿no?- ignoré sus palabras.- Pero lo verás, verás a tu hijo, tarde o temprano.
-Sarah, quiero que me prometas que el día en que cumplas los dieciocho años vea a mi hijo.- me quedé callada. No queria prometerle algo que seria muy, muy díficil de cumplir.- Sarah, por favor, dime que si podrás.
-Nataniel, no lo entiedes. ¿Qué pasaría si ahora te lo prometo, te lo juro y te lo prejuro, y despúes resulta que he tenido un altercado o no me acuerdo o cualquier otra cosa, podría estar muerta incluso, y no consigo aparecer? Eso me destrozaría, a ti y a mí. Te haría sufrir y eso sería muy cruel y no podría soportarlo...- me desesperé. Suerte que a él le dió por besarme para que me callara, porque me había quedado sin argumento.
-Lo siento, siento presionarte así, pero dos años son muchos sin verte...- dijo al separarnos. Esta vez fui yo la que interrumpió con un beso. - Te amo, Sarah.- consiguió decir entre un beso y otro. Rodeé su cintura con mis piernas. Al beso se unieron nuestras lenguas. ¿Os digo la verdad? Era bonito estar en esta situación con Nataniel, pero lo del cetrifugado no me gustaba mucho y sigue sin gustarme. Afortunadamente, su hermana se había ido en cuanto se fue Tobías, así que estabamos solos. Me sentó sobre la ecimera de la cocina, que quedaba cerca. No tenía ni idea si aquello estaba bien o mal, total ya no era virgen, así que, ¿que más daba? Pero, aún no nos habiamos quedado ni en ropa interior, cuando apareció Natasha.
- ¿Y vosotros dos que haceis?- preguntó poniendo los brazos en jarra, apoyando los puños a amos lados de las caderas. Nosotros la miramos.
-Despedirnos.- respondió Nataniel por mí.
-Pues que forma más bonita de despedirse. Cada vez que me vaya quiero una despedida como esa.- dijo entre irónica y burla. Puso los ojos en blanco y se marchó. Nataniel se volvió hacia mí, que seguía sentada en la encimera, y miró deseoso mis labios. Pero Natasha rompió toda la magia al llegar y yo no queria seguir con aquella locura.
-Nataniel.- me calló su beso desesperado.
- Escúchame.- susurré. Acabé gritando.- ¡Nataniel!- lo aparté de un empujón.
-¿Y ahora que co** pasa?- dijo enfadado.
  -Nada.
-¿Entonces? ¿Por qué lo paras?
-Yo no he sido la que lo ha parado, ha sido Natasha.
-¿Si no hubiera interrumpido Natasha ahora estaríamos en mi habitación?- preguntó sin entender.
-Puede. Es que… todos los besos que te he dado hasta ahora siempre desembocan a lo mismo y no quiero.- expliqué.- Me parece increíble que sólo pienses en mí para eso, como el resto de las chicas con las que te has acostado.
-¿Cómo me puedes decir esto después de dejarte embarazada y no poder ejercer como padre? Ah, si, ya lo sé: porque no lo haces con otro que no sea Tobías.- gritó enfurecido. Sus preciosos ojos verdes se tornaron de un rojo carmesí, mientras que los míos se salían de sus órbitas
-¿De dónde has sacado eso?- dije en su mismo tono.
-Me lo dijo él mismo. Que todos los fines de semana salíais de fiesta por ahí y cuando los dos estabais bien borrachos, ocurría. Quería comprobar que no era cierto, pero me acabas de demostrar todo lo contrario.- su respiración era pesada y lo único que faltaba era que le saliera humo por las orejas.
-Te han metido una trola que no veas. Me sorprende tu desconfianza.- bajé de la encimera y me crucé de brazos.- ¿Te crees todo lo que dice ese?
-¡Siempre rechazabas mis invitaciones a mis fiestas o a las de mis amigos! ¡Y es venirte aquí y hacer montones de amigos e ir a fiestas continuamente!
-¡Nataniel! ¡Qué yo no he hecho nada de eso! ¡Que te entre en la cabeza de una vez!- podrían haber soltado un montón de tacos pero me los tragué. Todo empeoraria.
-¿Cómo me lo puedes demostrar? ¿Que todo esto que me ha dicho es una mentira?
-¿Vas a creer en su testimonio antes que en el mío? En ese caso no hace falta que te demuestre nada.- me dispuse a irme, pero una mano aferró mi brazo con fuerza, no una fuerza que te hace daño, si no con una fuerza sutil.
-Sarah, lo siento. Yo no quería decirte esto.- dijo él después de agarrarme. Miraba el suelo, no a mí. Eso es que estaba avergonzado, pero no sabía si creerle.
-Me ha dolido mucho lo que has dicho, Nataniel y sé que no querías, pero lo has echo y no sé si voy a poder perdonartelo.- respondí no muy convencida.
-Sarah, me puse celoso ya está. Te creo a ti no a Tobías. Sería poco creíble que tuvieras tantos amigos y en cuanto a las fiestas tampoco creo que fueras a tantas con completos desconocidos.- me miró directamente a los ojos. Le puse mis manos en sus mejillas para que quedaramos a muy poca distancia.
-Te creo y quiero. Nada impedirá eso, lo sabes, ¿no?
-Te amo.- contestó. Se acercó a mí, acortando las distancias. Me acerqué a él, haciendo que nuestra distancia fuera nula. Cerré los ojos antes de que nuestros labios lograrán rozarse. El beso fue delicado y tierno. Duró pocos segundos, pero mí se me hicieron siglos que podía haber besándolos. Él tenía sus brazos en mi cintura, rodeandola.
-Tendré que ir a ducharme.- dije al separarnos.
-¿Quieres que te acompañe?- me sedució.
-No, gracias. Prefiero hacerlo sola.- puse los ojos en blanco.
-Como quieras. Tú te lo pierdes.- se encogió de hombros.
-Esperaré dos años.- me burlé.
-Si no es que te da por ducharte con Tobías.- me siguió la broma. Yo le saqué la lengua.
-En cuanto llegué a su casa me ducharé con él y haré que te envie fotos y todo.
-Gracias, así yo también podré disfrutar de tu cuerpo aunque no lo llegue a tocar.- dijo sarcástico.
-Sin comentarios.- dije. Me fui a su habitación, cogí ropa limpia y me metí en el baño, me desvestí y me entré en la ducha. Abrí el grifo para que saliera el agua caliente y cuando estuve completamente mojada, me enjaboné, aclaré y salí de allí. Me enrollé una toalla en el pelo y otra en el cuerpo, que en cuanto terminé, alguien abrió la puerta.
-Vengo por si has cambiado de opinión y a decirte que Natasha y mi hermana se han ido por ahí. Volverán de madrugada.- informó. Realmente no me molestaba que me viera casi sin ropa. Es más, creo que incluso me gustaba.
-Gracias, pero no he cambiado de opinión.- dije.
-Y ahora.- se acercó mucho, colocó sus manos en mi cintura como antes.
-Me lo estoy pensando.- dije con un tono seductor.
-No vuelvas a hacer eso, Sarah.
-¿O si no qué?- pregunté con el mismo tono.
-O si no, pasará esto.- dijo y me besó. Sin pedirme permiso, deslizó su lengua por mi boca. Por instinto, le seguí el beso. Bajó las manos hasta mi trasero, haciendo que me pegara completamente a su cuerpo. Mis manos estaban en su pecho y, sin que me diera cuenta, pasaron a su cuello, mientras él me acorralaba contra la pared y yo rodeaba su cintura con las piernas. ¡¿Qué me estaba pasando?! Puro deseo. No sé como, le saqué la camiseta. Nataniel paró un momento para recuperar el oxígeno perdido en el beso. Miró con deseo mis labios y los volvió a besar. Ésta vez se movió hasta su cama, es decir, nuestra cama, y se sentó conmigo encima. Al poco tiempo nos volvimos a separar. -Ahora puedes.- susurró. Incapaz de hablar, asentí y volví a besarlo. Se acostó sobre mí. Paseó sus labios por mi cuello, para terminar de nuevo en mi boca. Me soltó la toalla que tenía envuelta en mi cabello y se quitó los pantalones, quedándose en boxers.- ¿Preparada?- preguntó.
-Nunca lo he estado más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario