viernes, 31 de mayo de 2013

Nataniel

Mientras todo aquello ocurría, en una ciudad remota, en la ciudad había bullicio y fiesta. Nataniel miraba desde la ventana de su habitación los festejos. Siempre le habían gustado las fiestas y en otro tiempo habría ido corriendo a emborracharse, pero ahora ya no. Todo había cambiado. Se sentía inútil. Iba a ser padre, no sabía de que, pero si con quien iba a tener ese hijo y no podía luchar por conseguirla. Sentía impotencia y rabia. Si no fuera por aquel infeliz, Sarah estaría allí con él, disfrutando de las fiestas, bailando con su falda larga verde y su tiara de flores de pradera. Nataniel suspiró con nostalgia. Se apartó del ventanal y salió de la habitación, para entrar en una habitación contigua. En la habitación no había nada, sólo en el centro un majestuoso piano de cola negro con acabados en oro, que hacía juego con las paredes. El suelo, por el contrario, era de mármol de cuadros negros y rojos. No tenía nada que ver con el resto del apartamento. Ésta estancia era digna de un vampiro malvado, tipo el Conde Drácula. No había entrado desde que llegó Sarah, pero ahora era el momento ideal. Se sentó frente al piano y tocó una melodía de notas agudas, que ponía los pelos de punta. Nadie desde fuera lo podía oír, la sala estaba insonorizada. Aunque siempre creyó que aquello era una simple ilusión de su imaginación cuando dormía y tenía sueños tormentosos. También por eso ni su hermana, ni la novia de esta oían esa espeluznante melodía, siempre la misma.
Y así pasaron los años. Le creció barba incluso, aunque si que se duchaba. Parecía que había envejecido como treinta años, cuando antes aparentaba no más de dieciséis. Todos los días iba a aquella habitación misteriosa. Tocaba como doce horas al día, las otras doce horas se imaginaba a si mismo con un bebé, su bebé en los brazos, se preguntaba si Sarah ya habría dado a luz, si había abortado, si se habría enamorado de Tobías o de cualquier otro. Cada día pensaba cosas peores, pero cerraba los ojos e imaginaba que la chica estaba junto a él, en la casa con la que siempre soñaron, con niños correteando a su alrededor. Se imaginaba a una familia feliz.
Hasta que una tarde de un hermoso día de primavera, decidió dejar el apartamento por unas horas para dar una vuelta al parque. Allí ocurrió, sin darse cuenta, se había vuelto a enamorar. Amor a primera vista. La chica era alta y delgada, su melena era castaño claro hasta la cintura, sus ojos verdes. Al verla recordó el tiempo que llevaba solo, con la única compañía de su hermana y su cuñada. Pero chicas con las que poderse acostar, ninguna. Así que Nataniel Fox volvía a la carga. La chica se sentó en un banco. La falda de tubo se le subió ligeramente, dejando ver parte de la parte superior de la pierna. Del bolso sacó su móvil y empezó a usarlo. Nataniel se acercó al banco y se sentó junto a la chica. Llevaba puesta una camiseta ceñida blanca que dejaba ver sus perfectas abdominales. De un bolsillo de su tejano sacó un paquete de tabaco, llevaba un tiempo adicto a la nicotina. No sacó el mechero a propósito, porque si que llevaba.
-Perdona.- llamó la atención de la chica.- ¿Tienes fuego?- preguntó únicamente. Ella lo miró.
-Claro.- le dió un mechero que sacó de uno de los bolsillos exteriores del bolso.- A mí se me acabaron esta mañana.- miró con deseo el cigarrillo que acababa de ponerse el chico en la boca.
-Coge uno si quieres- le tendió el paquete. La chica vaciló, pero acabó cogiendo uno, se lo puso en la boca y, una vez que terminó Nataniel, se encendió ella el suyo.- ¿Cuánto hace que fumas?- preguntó de improviso.
-Casi dos años.- contestó sin inmutarse, como si no fuera la primera que se lo preguntaran.
-Yo llevo casi dos meses y no puedo parar.- respondió ella a una pregunta que no le habían ni formulado.- ¿Puedo hacerte una pregunta?- Nataniel la miró con una sonrisa.
-Ya me la estás haciendo.- dijo provocando que la chica se sonrojase.
-¿Cuántos años tienes? Tú expresión es dura y cansada, como si tuvieras ya los cuarenta pasados; pero tú cuerpo indica que eres un joven fuerte.- "muy observadora" pensó. ¿Cuántos años podría tener en ese momento Sarah?
-Diecinueve.- contestó. La chica lo miró con sorpresa. En su cabeza no cabía como podía aparentar cuarenta y tantos cuando tenía diecinueve.- Es por la barba, me hace más viejo. En cuanto llegue a casa me la afeitaré. Ya me he cansado de ella.- explicó.- Por cierto.- añadió.- Soy Nataniel, pero Sa… para mis amigos soy Nath.
-¿Tienes novia?- preguntó tímida. Nataniel la miró triste.
-¿Tengo pinta yo de tener novia?
-No, no claro. Pero es que ya sabes, no pareces un chico feo. Sin esa barba debes de estar mucho mejor.- dijo natural, tranquila, algo que le gustaba mucho a Nataniel.- Yo soy Malena. Tengo dieciocho cumplidos de hace una semana.- anunció con orgullo.
-Felicidades con retraso.- después de eso se quedaron en silencio. Nataniel miraba los árboles que tenía enfrente y Malena miraba al desconocido.
-Estás así por una chica, ¿cierto?- preguntó con delicadeza. Nataniel desvío su mirada hacia ella.
- No siempre ocurre lo que queremos.
-No deberías sufrir por ella. Seguramente ni te merecerá.- intentó animar. Nataniel hizo una media sonrisa.
-No fue culpa suya, ni mía. Fue de otro por obligarla a que se fuera. Sé que me ama y yo creo que la sigo amando, pero no sé donde está y hace como dos o tres años que no nos vemos.- explicó.
-Yo he tenido cuatro novios: a uno lo dejé por solo quererme para el sexo, el segundo me dejó porque dudaba, con tercero corté por acostarse con otra y al cuarto por narcotraficante.
-Que suerte con los novios, mira que los elegías bien.- se burló el chico.- Oye, ¿tienes algún plan para esta noche? Podrías venir a mi casa a cenar y así seguir hablando.- propuso.
-Me encantaría. Me siento muy a gusto hablando contigo.- sonrió. Malena le dió su número de móvil y Nataniel el suyo.
-A las siete estate preparada. De todas formas, cuando esté llegando a tu casa te haré una llamada perdida y bajas, ¿ok?- la chica asintió.
-Pues hasta esta noche.- se despidió de él con un beso en la mejilla y siguió su camino. Nataniel la vio desaparecer en la lejanía y sonrió. Por fín, esa noche volvería a ser el de antes, volvería a tener sexo con la primera que se le cruzara. Menos mal que Natasha y Yuna se habían ido de crucero y no volverían hasta el mes siguiente, que si no…

2 comentarios:

  1. Hola Angy!!!
    No me puedo creer que Nath vuelva a lo mismo porque mejor no se va a buscar a Sarah, me gusto el cap, sube otro pronto, Kisses!!!

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    1. Gracias por comentar y decir que te gustó. Bueno, no puedo decirte porque no va a buscar a Sarah, todavia falta que pasen muuuuuuuuuuuchas cosas. Jajaja.
      A lot kisses

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