viernes, 22 de noviembre de 2013

Lunes

Estuvimos hasta pasada la una y media, ya que al día siguiente nos tocaba conocer el nuevo instituto. Tobías iba totalmente borracho y seguramente, cuando despertara, tendría una resaca de caballo. Samuel no lo iba tanto, pero aún así insistí en que se quedara a dormir en casa. Galatea, por su parte, iba sobria, al igual que yo. Ella optó por irse, no quería molestar a pesar de que intenté disuadirla de ello. Después de llevar a Tobías y a Samuel a sus respectivos cuartos, desapareció, así que me fui a dormir.

Me desperté más pronto de lo que pensaba. Eran las seis y cuarto. Había dormido cuatro horas y poco, pero aún así no tenía sueño. Fui al baño y me dí una ducha rápida. Por el pasillo se podía oír roncar a mi guardián. Me entraron una ganas inmensas de soltar una carcajada.

Me vestí rápidamente y salí a desayunar. Ambos chicos ya estaban despiertos, pero medio zombies. Todavía llevaban el pijama puesto y el resacón que tenían era de campeonato. Bajé contenta la escalera y me encaminé a la cocina. Allí encontré a todo el personal de servicio. Había mucha gente a nuestra disposición, y me costaría acostumbrarme a eso, pero solo una joven se percató de mi presencia.
-Señorita, ¿necesita algo para tomar?
-No, tranquila, solo quería saber que podría coger para desayunar.- indagué.
-Ya está preparado todo, señorita, puede escoger lo que quiera. El señor nos avisó de su colaboración. Él quiere evitarla a toda costa.- explicó.
-¡Oh, venga allá! Tobías.- lo llamé. Al ver que no contestaba, me disculpe de al chica y me dirigí de nuevo al piso superior.- Tobías.- repetí. El grifo de la ducha estaba encendido, así que decidí que lo mejor sería esperarlo en su habitación. Siempre se deja la puerta cerrada, por lo que la abrí sin llamar y un poco más y me lo encuentro totalmente desnudo. Solamente llevaba puesto el bóxer.
-¿Pagándote la venganza, pequeña?-sonrió con picardía. Me sonrojé, pero no pude moverme. Estaba en shock.
-No…no- ¿por qué estaba allí? No lo recordaba.
-¿Entonces…?- se fue acercando poco a poco a mí.
-No lo recuerdo.- confesé.
-A ver si esto te hace recordar.- susurró a milímetros de mis labios, los cuales unió a los suyos. Me pegó bien a su cuerpo, sujetándome de la cintura, mientras yo perdía por completo la cordura por su ternura al besarme. Deslicé mi mano desde su cuello hasta enredarlo en su fino y oscuro cabello. No fueron más de treinta interminables segundos antes de que nos separáramos para coger aire.
-Será mejor que te vistas y bajes a desayunar, que sino no llegamos.- me rubicé.
-Como quieras, princesa.- sonrió. Consternada, descendí al piso inferior, al comedor, y desayuné. No tardó en llegar Tobías acompañado de Samuel. Charlamos animadamente, como si nada hubiera pasado en la habitación. El lobo le dió algo a Sam que le evitó la desagradable resaca. Una vez acabado el desayuno, salimos a coger el coche, ya que Tobías le dió el día libre al tio de nuestro amigo.
-Yo conduzco.- comunicó el moreno. Sin contestarle, nos subimos al coche, Sam de copiloto y yo detrás. Llegamos al nuevo instituto. El lobo estacionó en el aparcamiento. Nos bajamos tranquilamente del vehículo y después, Tobías se fue por su lado. Cuando se volvió a darme un beso de despedida, en la mejilla, pude notar un cambio en sus ojos: no eran azules, sino que eran verdes. Como cuando estuvimos en la fiesta del instituto en la Jeremías me intentó matar. Sonreí sin darle importancia. Gala me avisó de que iba a cambiar, así que no había de que preocuparse.
-Tú debes ser la nueva.- oí una voz detrás de mí. Dí media vuelta para encontrarme de frente con su dueña. Era pelirroja y de piel muy clara, se podría decir que era idéntica a Melanie.
-En efecto. Sarah.- extendí la mano amistosamente, pero con una sonrisa totalmente falsa que no logré sostener por más de diez segundos. Ella rechazó la mano, girando la cabeza hacia la chica de su lado y yo retiré la mano con un encogimiento de hombros.
-Maika Harrison.- escupió con desdén. En eso llegó mi amigo.
-Sarah.- me llamó. Me cogió del brazo y me arrastró lejos de ellas.- No sería muy conveniente que te juntaras con esas…
-Ten por seguro, que antes me quedo sola que mal acompañada.- afirme interrumpiendolo. Él rió, pero su risa se vio interrumpida por la misma voz de antes.
-Sam…- suspiró.
-Para ti, Samuel.- todos los músculos de su cuerpo se tensaron.
-Como quieras. Solo queríamos hablar un poquito con Sarah.- hizo la típica mueca de niña buena.
-¿De Tobías?- intentó adivinar.
-¿Desde cuando me interesa ese? De sobra sabes que llevo años muriendo por ti.- se acercó demasiado y pasó los brazos en sus hombros.
-Pues a ver si mueres de una vez.- agarró mi mano con delicadeza y rapidez y salimos de la escena. Maika se quedó estática, con la boca abierta, sin saber que responder a eso.

sábado, 21 de septiembre de 2013

¡Party's!

Repentinamente se separó de mi, cogiendome por los hombros, de modo que sus ojos quedaron alineados con los míos. Pude apreciar un nuevo brillo. Se incorporó completamente de un salto, y antes de que pudiera reaccionar, me cogió de la mano y salió corriendo hacia la casa. Galatea nos siguió de cerca. Nada más entrar en el comedor, gritó a pleno pulmón:
-Marian, saca el caviar.- quedé un poco en shock y creo que a mi nueva amiga le pasó lo mismo. Sebastián, que en ese momento pasaba por ahí, quedó mirándolo como si hubiera dicho algo totalmente inesperado. Y lo mismo demostraron los criados, ya que Marian no venía sola. Todos, absolutamente todos los criados que habían en ese momento en la casa acudieron al comedor corriendo. Literalmente.
-Perdone, señor, ¿ha dicho que saque el caviar?- preguntó la joven dudosa.
-Así es, Marian.- respondió él con firmeza.- Preparelo para todo el servicio y Sebastián -se giró a mirarlo.- llama a tu sobrino para que venga también.- añadió.
-Si, si, señor. Ahora mismo.- se apresuró tartamudeando, lo que me pareció un tanto gracioso.
-Mi princesa.- dijo mientras hacía una reverencia hacía mí.- Espero que esta noche se arregle y se ponga más bella de lo que ya es porque esta noche vamos a celebrar que estamos vivos y que somos jóvenes para disfrutar de la vida. En cuanto termine la cena, me encargaré personalmente de llevarla al mejor pub, club o discoteca de este pueblo.- comentó. Definitivamente, era un Tobías en versión exagerada, tal y como había predicho Galatea.- Y eso va para las dos.- señaló también a la chica.
-Yo preferiría irme. Nunca he ido a un poub o como se diga lo que has dicho, ni ganas ni medios para arreglarme.- evadió.
-Yo te puedo dejar un vestido y te puedes dar una ducha aquí, sin ningún problema.- propuse.
-¡Princesa! ¿Como cree?- se escandalizó.- No, no, no y no. No merezco llevar vuestra ropa.
-Vamos, no digas tonterías. Por ahora, eres la única chica que podría considerar como amiga. Trátame como a una chica cualquiera.- ordené. Acabamos los tres de nuevo entre carcajadas.
-Como quieras.- accedió.
-Tenéis una hora.
-Pues mejor que vayamos preparándonos ya, ¿no?- hablé a Galatea. Como respuesta, cogió mi manos como antes había hecho Tobías, solo que con más delicadeza, y corrimos hasta mi habitación. Una vez allí, pasamos al vestidor, donde elegimos lo que mejor nos iría a casa una. Le dejé unas toallas, fue al baño y se duchó. Tardó como diez minutos, si llegó. Después fui yo. Tardé un poco más, para ser sincera, tardé casi media hora. Me gustaba demasiado el agua. Galatea ya estaba vestida. Solo le faltaba el maquillaje y el peinado. Pasé al vestidor y me puse el vestido elegido. Volví a la habitación y Galatea seguía igual que antes.
-¿Te pasa algo?- pregunté preocupada por su semblante. Sacudió la cabeza como si despertara de un sueño.
-Nunca antes he ido a un poub o disco…no sé que y menos me había vestido así. Parezco una zorra.- creía que se refería a la parte de arriba. La comprendía. Aunque tampoco enseñaba y además le quedaba que ni pintado.
-Se llaman pub o discoteca.- intenté amagar un poco la risa.- Y créeme, allí habrán chicas que van casi en ropa interior.- no pude más y estallé en carcajadas. Mi amiga me miraba sin entender.
-No le veo la gracia, Sarah.- espetó confundida.
-Cuando lleguemos, lo entenderás. Ahora déjame a mí.- hice que se sentara frente al tocador y comencé a peinarla. Le hice una trenza que le quedaba envidiable. Tuvo todo el rato los ojos cerrados porque quería que fuera una sorpresa. Cuando los abrió, parecía que se le iban a salir de las órbitas y la boca casi le llega al suelo.
-¡Dios mío! ¡Sarah!- exclamó.
-Tampoco es para tanto. Deberías de haber visto lo que hacía mi madre.- le resté importancia.
-Ahora me toca a mí. Siéntate y cierra los ojos.- ordenó y yo obedecí.- Ya.- avisó cuando acabo. Poco a poco conseguí entreabrir los ojos, ya que estaba agotada y casi me había quedado dormida. Quedé atónita. A mi vestido le pegaba ese peinado fantásticamente. No lo podría haber acertado más.
-Galatea…
-Llámame Gala.- interrumpió.
-Gala, definitivamente, te amo.- ella rió.
-Eso díselo a Tobías. Lleva tiempo intentando que se lo digas. Vamos abajo, ya ha pasado una hora.- me levanté de la silla y salimos de la habitación. Hablamos mientras bajabamos por las escaleras. En el comedor ya se encontraba Tobías sentado en cabecera de mesa y Samuel estaba a su lado izquierdo. Charlaban animadamente. Me senté frente al segundo mencionado y mi amiga se sentó a mi lado. No me dí cuenta de que no se habían percatado de nuestra presencia hasta que Tobías dijo:
-¿Las chicas habrán terminado ya?
-¿Las? ¿Qué no está sola Sarah?- preguntó Samuel ignorando que me tenía en frente.
-Por si no te habías dado cuenta, Toby, Sarah y yo hace como un cuarto de hora que estamos aquí.- sonrió Gala.
-Buenas noches, princesa- saludó Samuel cortés.
-¿Qué te dije sobre eso?- reproche.
-Lo siento, es la costumbre.- se disculpó. 
-No pasa nada. Tobías, con lo del caviar, ¿a que te referías?
-Pues a eso justamente. Durante la cena se servirá caviar.- explicó.
-Lo siento, soy vegetariana.- intervino mi amiga.
-No te preocupes. Ahora les digo que te saquen otra cosa.- el anfitrión se levantó y se dirigió a la cocina. Yo lo seguí con la mirada, casi embobada, ya que la voz de Samuel me hizo salir de mi ensueño.
-¿Y quién es tu amiga, Sarah?- preguntó divertido.
-La amiga se puede presentar sola.- habló molesta antes de que pudiera decir nada.- Soy Galatea, Galatea de Phay.
-Encantado. Samuel Jokins.- se presentó gracioso, extendiendo su mano. Extrañada, Gala se la estrechó.
-Me caes bien.- dijo al fin.
-Todo un logro, Sam, te felicito.- bromeó Tobías haciendo su entrada en la escena.
-Gracias, gracias, no más aplausos por favor.- reímos.
-Ya tienes su pedido, my lady. Ahora, mientras cenamos, querría comentarte, Sarah, que el próximo lunes se celebra el baile de parejas en el nuevo instituto.- comenzó.
-Y quieres que vaya contigo.- afirmé
-No, este baile no se refiere a parejas mixtas, sino que son parejas de chica y chica o chico y chico. No sé si me explico.
-Pues no, Toby, no te explicas nada bien, ¿sabes? Samuel, ¿tú sabes explicar mejor lo que aquí el amigo intenta decirnos.- soltó mi nueva amiga con la mirada fija en mi castaño amigo.
-A lo que se refiere Tobías es que las chicas y los chicos irán por parejas y tendrán que vestir igual o parecido, ¿comprendes ahora?- explicó.
-Si, ahora mejor. Otra pregunta, Sam, ¿eres de por aquí?- cuestionó.
-Si y no. Me explico: me crié aquí y eso, pero mi familia vive en Buenos Aires. A parte de Didi, tengo otra hermana mayor allí. Se llama Belén, Belu para los amigos. Espero que os conozcáis. Os llevaríais de maravilla. Me recuerdas mucho a ella.
-Lo tomaré como un cumplido.- rió Gala.
-Podría ir con Galatea, ¿verdad, amiga?- propuse.
-Quita, quita. Odio los bailes de instituto.
-Además de que no dejan entrar a adolescentes ajenos al centro.-expuso el lobo.
- Bien.- aplaudí como si fuera algo emocionante a modo de mostrar mi ironía.- ¿Y ahora con quién voy?- me pregunté en voz alta. En ese momento, entraron con la cena ya dispuesta. Las dejaron delante de nosotros y susurraron un "que aproveche" algo bajo. A un lado del plato se encontraba el caviar. El resto era marisco a base de gambas y pescados de todo tipo, mientras que el plato de Gala mostraba un salteado de verduras que me dió cierta envidia.
-Podrías ir con Melanie y Aminore. Ellas irán mañana de compras, si quieres acompañarlas no creo que tengan ningún problema. - propuso Samuel.
-Vale, no hay problema.- llevé una gamba a mi boca. La cena transcurrió entre risas y una animada conversación. Al acabar, Tobías decidió que conduciría uno de sus tantísimos coches de alta gama en vez de coger la limusina. Nos subimos a un BMW último modelo en blanco con la tapicería interior en blanco roto. La conversación no cesó un minuto, ni las risas tampoco. Gala y yo nos subimos a la parte trasera y ellos a la delantera. Tobías encendió el motor y salió a la carretera. Condució hasta el aparcamiento de el pub Party's y allí aparcó. Nos apeamos y entramos.

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miércoles, 28 de agosto de 2013

Criaturas de sangre negra.

Las criaturas corrieron hacia nosotros y se estampaban contra la burbuja. No medirian más de un metro. Tenían los ojos blancos y el aura que rodeaba todo su cuerpo era fuego, otorgándole a sus ropas y su piel este tono. Empezaron a morder allá donde creían que podían para romper nuestra pequeña fortaleza. De repente todo se oscurecio. El fuego de los elfos me permitía ver un poco más de bosque, hasta tres árboles más adelante, no mucho. Todo el paisaje se aclaró cuando empezó a nevar. Nevar. Un fenómeno increíblemente extraño para la estación en la que estabamos. Los elfos fueron congelandose todos poco a poco, hasta no quedar uno en pie. De la nada aparecieron dos niñas, una mayor que otra. La mayor era castaña de pelo ondulado y grandes ojos azules, mientras que la pequeña gozaba del mismo color de ojos, pero tenía el cabello rubio corto y liso. Ambas eran de facciones finas y delicadas como muñecas de porcelana. Se fueron acercando sin temor. Cuando llegaron hasta la burbuja, la pequeña la rozó con los dedos y esta se esfumó en el aire. Se aproximaron lentamente hasta llegar frente a mí. Cuando la nieve me envolvió no sentí frío pero un escalofrío me hizo tiritar. La menor se arrodilló tan cerca de Tobías que sus rodillas rozaba levemente sus patas. Puso una mano sobre el lomo del lobo. Ví como de su mano salían millones de halos luminosos y se metían dentro de él, recorriendo todo su cuerpo. La herida de su pata cicatrizó rápidamente. Una vez terminó con su tarea, noté que se levantaba y cuando quise dar las gracias, desaparecieron como habían venido. Una silueta oscura alteró de nuevo el paisaje. Era esbelta. En su hombro izquierdo descansaba un arco y podía distinguirse que en su espada colgaba un carcaj lleno de flechas. Su largo cabello al viento y sus andares decididos. No necesitaba más pistas para saber de quien se trataba. Su semblante, algo más serio que antes, fue iluminado parcialmente cuando un rayo de sol se filtró entre el follaje de los árboles. En sus ojos pude ver una mezcla de determinación, rabia y rencor contenido. Cuidadosamente dejé a Tobías sobre la nieve y me apresuré a levantarme. Pero Galatea pasó de largo y fue directa al lobo. Se acuclilló cerca de él y examinó detenidamente la cicatriz de la pata.
-Brujas.- murmuró.
-Perdona mi atrevimiento, pero ¿de que hablas?.- me atreví a preguntar.
-Perdone usted el mío, princesa.- respondió sin mirarme.- No estoy muy acostumbrada a relacionarme con la realeza. De hecho, esta es la primera vez. La cuestión es que Tobías ha sido embrujado. No para mal, sino para bien no me malentiendas. Le acaba de ser otorgado un mayor rango en el Reino. Es el mayor que pueden otorgar las brujas.- explicó.- No sé si me entenderá, princesa, pero el simple hecho de que ahora Tobías esté a vuestro servicio se ha tornado de un mayor valor. Ahora no la querrán únicamente a usted, sino que también lo querrán a él. Él ahora se ha vuelto más peligroso, lo notará en su conducta. Nunca volverá a ser el mismo.- añadió. Giré la cabeza y me quedé mirándolo. Seguía sin despertarse.- Puede ser que ahora sea más agresivo, más violento, más posesivo e incluso se atreverá a hacer cosas que con anterioridad no se atrevía. Tendrá que enseñarle el autocontrol. Les he estado siguiendo desde que entraron en el bosque y se le ve muy enamorado, princesa. No dejó de mirarla un segundo, ni pestañeó siquiera. Valore eso y no se aparte de su lado porque a la mínima podría liarse a golpes con cualquiera.
-Le estaré eternamente agradecida, Galatea. Puede contar conmigo para lo que sea, téngalo en cuenta.- ella sonrió.
-Lo que necesito ahora mismo es que alguien me saque del compromiso. Odio a mi prometido más que lo amo.- negó mientras reía.
-Pasese de vez en cuando por casa, sabe donde vivo, será muy bien recibida.- ofrecí.
-Lo tendré en cuenta.- entre nosotras se hizo un silencio nada incómodo.
-Hay una duda que me corroe, Galatea.- rompí el silencio.
-Dígame.- accedió.
-Su edad.- dije rápidamente.
-¿Mi edad? Si, muchos lo preguntan. Os parecerá mentira pero dentro de un mes cumplo los doscientos diez. Me conservo joven.- bromeó. Debió notar mi cara de asombro, aunque tampoco me preocupé de esconderlo, porque se puso a reír.
-Yo-yo, no le daba más de dieciséis.- estallé.
-Ya. Me ocurrió lo mismo con tu amigo. No le daba más de diecinueve y míralo, tiene trescientos y los que le quedan.- rió.
-Si, a los dos.- reí con ella. La nieve empezó a derretirse.
-Será mejor que regrese. ¿Quiere que la ayude?- calló un momento y olfateó el aire.- Huele a tormenta. Ya se nota el olor a tierra mojada por el sur. Avanza lentamente, pero aún así será mejor darse prisa.
-Me sería de gran ayuda su colaboración, pero no sé donde nos encontramos.- dije tímidamente.
-Al huir de los elfos habéis retrocedido en vez de adentraros más en el bosque, lo que os ha dado ventaja. Nos encontramos a apenas unos dos kilómetros de su casa. Dependiendo del ritmo al que vayamos podemos tardar de media a una hora.- calculó.- Contando con que tenemos que llevar a tu amigo.
-Pues, empecemos, ¿no?- asintió. Ayudé a Galatea a ponerse a Tobías a la espalda, ya que ella insistió en ello.
-Pesa un tanto tu amigo.- se quejó.
-Si, lo sé. Podríamos turnarnos...
-¡Ni hablar!- me interrumpío.- Tú estás embarazada y yo no.- sonreí de lado, ya que por fin había conseguido que me tuteara.
-Esta bien, no insistiré más.- desistí. Estuvimos andando por tres cuartos de hora. Hablamos, reímos y nos contamos parte de nuestra vida. A causa del peso de mi amigo, tuvimos que parar en varias ocasiones, pero no me importó demasiado. Me gustaba pasar tiempo con Galatea.
Cuando empezamos a ver la parte trasera de la casa, Tobías hizo comenzó a moverse. Galatea optó por dejarlo sobre la hojarasca que componía el terreno. Como me temía, antes de que despertara, se transformó. No es que no me gustara verlo en esas condiciones, tampoco era tan desagradable, pero no quería verlo desnudo. Galatea pareció darse cuenta y me sugedió con cierto tono burlesco
-Será mejor que vayas a por algo de ropa.- la miré, asentí y corrí lo más rápido que pude. A los dos minutos dí con la puerta por la que salimos. La abrí y entré. Seguí corriendo hasta las escaleras, que subí los escalones de dos en dos. Quería estar para cuando Tobías despertara. Pasé a su habitación hasta el vestidor, cogí unos vaqueros y unos calzoncillos. No importaba si no llevaba camiseta. Bajé por la baranda para ir más rápido. Y salí por donde había entrado. Tobías todavia no había despertado, pero no tardaría.
-¿Lo vestimos?- miré a Galatea y ella asintió.- Entonces te tocan los calzones.- dije lanzándole la prenda.
-Claro, como soy la mayor y la que más experiencia tiene, ¿no?- reprochó divertida.
-Obviamente.- respondí evitando reír. Ella puso los ojos en blanco y le puso, como pudo, la ropa íntima. Cuando me acuclillé para comenzar a poner los pantalones, él abrió los ojos como platos y se incorporó de la cintura para arriba, quedando sentado y confundido. Me miró como solo él sabía, con esa mirada penetrante que hacía que un escalofrío recorriera mi columna vertebral. Sonreí, pero él no me devolvió el gesto.
-¿Sarah?- preguntó con cautela.
-No, Peppa Pig, ¿quién si no?- respondí graciosa.
-No, ¿enserio? Tengo ante mis ojos a la heroína de todo el panorama infantil.- volvió a ser él.
-Bah, solo hago mi trabajo.- hice un movimiento con la mano para fingir modestia. Los tres nos echamos a reír.- Aunque lamento decirte que la heroína de todo el panorama infantil es Dora la Explotadora. Es ella.- señalé a Galatea.
-Si, solo me falta la mochila.- volvimos a reír. De improviso, Tobías se abalanzó sobre mí y me abrazó. Las carcajadas pararon en seco y lo único que hubo fue silencio.
-No sé como lograste, pero me alegro de que no te pasara nada.- susurró. Se me cortó la respiración y lo único que atiné ha hacer fue a devolverle el abrazo.

lunes, 12 de agosto de 2013

Galatea de Phay

La culpable, mejor dicho. Ni en un millón de años lo habría adivinado. Parecía imposible que justamente fuera ella, Diaspro. Sus labios se curvaron en una sonrisa.
-Gracias por traermela, Toby. La estabamos esperando.- dijo la anciana. Miré a mi acompañante, para encontrar una explicación. ¿Me habría besado solo para pedirme perdón? No, suena muy estúpido. Pero, ¿y si realmente estaba enamorado de mí? Solo me quedaba tener fe en él y esperar que dice. La verdad su expresión expresaba confusión, no sabía de que hablaba. Eso me dió confianza. El hombre avanzó unos pasos e instintivamente, Tobías se colocó delante de mí. Los ojos me empezaron a picar, después me escocieron para, finalmente, sentir que me abrasaban. Mi piel se tensó y se volvió mucho más clara de lo que ya era. Tanto que pude reflejarme en ella. Como temía, los ojos habían pasado del azabache al sangre. Dos gotas de sangre. Pasé la lengua por mis dientes y comprobé que había cambiado también mi dentadura, ya que mis colmillos habían crecido notablemente. Pero no llegamos a actuar, ya que por mi lado pasó silbando una flecha que dió directamente en el corazón del hombre. Y milésimas después caía junto a Diaspro, ya que a la vieja le había acertado en mitad de la frente. Se oyó un crujir de ramas, un grito y luego algo cayó entre los arbustos. Se oyeron otros crujidos por detrás de nosotros. Me giré rápidamente para encontrarme a unos metros a una chica, joven. Era alta, muy delgada, de unos catorce o quince años. Vestía unas botas altas hasta la rodilla de color verde hierba, al igual que sus mallas y su top. De su cabello rubio platino sobresalían las puntas de unas orejas puntiagudas. Sobre su hombro izquierdo descansaba el arma con la que había acabado con las vidas de la criada y el supuesto guardián.
-Galatea de Phay para servirla.- dijo poniendo un brazo por delante de su vientre y encorvando la espalda a modo de reverencia.- Asistí a la ceremonia en representación del Reino de Moslo, hasta que aparecieron aquellos hombres. Quise quedarme a combatir, pero mi prometido me obligó a irme.- dijo. Su semblante era demasiado serio para mi edad, aunque pensándolo bien, no sabía su edad. Su rostro no transmitía ninguna emoción, nada de lo que sentía se reflejaba en él. Tengo que confesar que me molestó bastante cuando ví que Tobías observaba demasiado fijamente a Galatea, solo faltaba que se le cayese la baba, pero a ella no pareció importarle.- Enfunde sus colmillos, princesa. A excepción de nosotros tres, puedo asegurarle de que no hay nadie más.- añadió. Al instante, su rostro se tensó, esbozando una mueca de preocupación.- Pensándolo mejor, llevesela, hermano. ¡Corra, corra! Están cerca.- nos gritó. Tobías cogió mi mano y salió de allí corriendo, seguido por mí. Lo único que logré vislumbrar por el rabillo del ojo fue a Galatea girar sobre sus talones y sacar la espada de su funda poniéndose en guardia. Después todo lo que nos rodeaba eran árboles.
-¿Por qué no nos convertimos?- le grité.
-Porque cuando alguien de sangre azul se transforma, deja tras de si un rastro el cual ellos pueden oler.- explicó en el mismo tono.- Además pondríamos en peligro la vida de tus hijos y no creo que quieras eso.
-Exactamente, ¿de que estamos huyendo?- volví a preguntar.
-Elfos. Pero no como Galatea, sino,… diferentes. Son elfos del fuego, los más peligrosos, pero no solo eso. Además estos cuentan con la inmortalidad. Es decir, son elfos del fuego zombies, algo así.- comentó. Seguimos corriendo, parecía que aquel bosque no terminaba.
-Tobías.- jadeé.- No puedo más.- paré en seco y me arrodillé en el suelo. Él se acercó a mí y puso sus manos en mis hombros.
-Sarah, eres fuerte. Yo sé que puedes.-me animó. Yo lo miré a sus hermosos ojos azules, destilaban fuerza y una intención de transmitirmela. Pero no fue suficiente. Estaba agotada y ya a lo lejos se podían oír los gruñidos de esas extrañas criaturas.
-Tobías, seguiría corriendo pero…esto es demasiado. No soy tan fuerte como crees, no soy tan fuerte como tú.- los gruñidos se iban intensificando.
-Sube a mi espalda.- lo miré confundida.- ¡Sube, vamos!- instó. Obedecí y retomamos la marcha. A los diez pasos se convirtió en lobo. Me incliné hacía delante hasta que en mi barbilla noté la punta de los pelos negros de su pelaje de entre una oreja y otra. Cerré los ojos, me agarré fuerte al cuello del lobo, procurando no ahogarle, y me dejé llevar. Soltó un aullido, tal vez de los más largos que había podido escuchar jamás. Y eso no era buena señal. Abrí los ojos asustada y pude comprobar que en la pata derecha delantera había una flecha prendida. Como acto reflejo, cogí el final de ella y tiré para quitarla. ¿Por qué lo hice? Ni idea, pero no le hizo bien a él. Aminoró el paso poco a poco hasta que solo cojeaba. Bajé de su lomo y automáticamente se desplomó. Me arrodillé junto a su cabeza.
-Sarah, vete- susurró.- Sálvate tú.
-No, Tobías, no te voy a dejar así.- le dije. Pero él ya había cerrado los ojos. Cogí su cabeza y la puse en mi regazo. Acaricié su hocico y por encima de la cabeza. "¿Y ahora? ¿Qué hago? No voy a dejarle, pero si me quedo moriré." pensé. Y comencé a imaginar a mis hijos correteando por la casa. Sus risas, sus gritos, sus caricias, su rostro, sus juegos, todo. Empecé a soñar despierta. Sonreí ante, posiblemente, me perdía si me quedaba. Entonces vislumbré un halo de luz que empezaba a crecer a unos dos metros alrededor de nosotros y me hizo volver a la realidad. Levanté la vista de Tobías y ví como poco a poco, una cúpula invisible nos envolvió. Un chillido agudo rompió el silencio que hasta ese momento reinaba. Los elfos ya habían llegado.

domingo, 4 de agosto de 2013

Amor De Caramelo

Sin cruzar palabra con ninguno de los chicos que me observaron subir las escaleras con rapidez. Sus rostros presentaban confusión. Cerré la puerta con delicadeza, ya que ella no tenía la culpa de las insolencias de Carlos. Una vez cerrada la puerta, me senté delante del tocador. La pregunta que me había hecho antes el amigo de Tobías no dejaba de dar vueltas y más vueltas en mi cabeza y siempre era la misma respuesta: no, no estaba preparada para gobernar. No estaba preparada para fijar el provenir de un pueblo. Dejé esos pensamientos de lado, ahora prestando atención ahora a intentar subirme la autoestima. Ya, hoy no lo consigo. Estoy más centrada en mis pensamientos que en lo que realmente quiero. Y eso produce en mí una rabia inimaginable. Cerré las manos en un puño y los ojos con fuerza. Noté unas lágrimas de impotencia correr por mis mejillas, corriendome el maquillaje. Pero no fue lo único que noté. También sentí unos brazos rodearme la cintura y una barbilla apoyarse en mi hombro derecho.
-No tienes que hacerle caso a ese inútil. No vale la pena.- susurró en mi oído.
-Es que tiene razón, Tobías...- posó su dedo índice sobre mis labios.
-Yo estoy aquí, ¿vale? Te voy a ayudar, voy ha hacer todo lo posible para que todo vaya lo mejor posible, ¿ok?- me interrumpió con dulzura, pero con firmeza. 
-Vale.- asentí- Te haré caso.- sonreí y él me devolvió el gesto.
-Los chicos ya se han ido.- vaciló unos segundos antes de incorporarse y añadir.-Ven. Te quiero llevar a un lugar. Lo imité. Cogió mi mano y bajamos las escaleras todavía tomados de la mano. Salimos al garaje que había detrás de la casa, donde habían aparcados desde Porche hasta Lamborghini, pasando por Mercedes y Ferrari. Habrían, por lo menos, más de media docena de los coches más caros que se puede imaginar. Miré a mi acompañante, aguantando las ganas de soltar una carcajada al notar ese brillo infantil en sus ojos que demostraba que le fascinaba el mundo del motor.
-Por favor, uno discreto.- imploré casi con sarcasmo. Él me miró con una complicidad que no entendí.
-No tenía intención de ir con ninguno.- me sorprendió.- ¿Te apetece correr un poco? ¿O prefieres caminar?
-Prefiero ir caminando tranquilamente y disfrutando del paisaje y los pequeños detalles.- razoné.
-Estoy de acuerdo.- apretó levemente mi mano y salimos por una puerta lateral que había. Al otro lado de la puerta se encontraba un bosque. Los lobos tenemos la extraña manía de situar nuestras casas justo delante de un bosque, con una puerta que llevara directamente al bosque. Por lo visto, en esta casa no era una excepción. El bosque era precioso. Los árboles no eran muy altos, pero si muy verdes y, por su corteza, se podía adivinar que no eran precisamente muy jóvenes. Predominaban los robles. Robustos y de unos treinta centímetros de diámetro. Estuvimos horas paseando en silencio. Todo era increíblemente hermoso. Estaba totalmente sumida en mis pensamientos cuando Tobías anunció:
-Ya llegamos.- ante mí, se habría un estrecho camino. Automáticamente, el bello de mis brazos se erizó notablemente. Miré a Tobías, pero él ya me estaba mirando y no justamente se acababa de girarse hacía mi dirección. Llevaba todo el tiempo observandome anonado. Se inclinó ligeramente hasta llegar a mi altura, cerré los ojos y lo siguiente que noté fue su aliento en mi rostro y a los segundos sus labios sobre los míos. Aquel beso duró escasos segundos, pero una ola de tranquilidad inundó todo mi cuerpo. Cuando se separó de mí solo alcancé a sonreír tontamente, mientras que él seguía mirándome de esa forma tan especial. Ahí es cuando empezó mi debate: las veces que Nataniel me había besado siempre habían sido demasiado pasionales, mientras que Tobías era tierno y me transmitía una seguridad y una tranquilidad que con Nataniel no sabía si sentía. A lo mejor el destino me quería con Tobías y por eso me había separado del chico que amaba. Si eso lo quería el destino, pues ¿qué otro remedio que complacerlo? Sin soltarme en ningún momento, el lobo me empujó suavemente que continuara la marcha. Obedecí en silencio. Cuando el camino termino, cuál no fue mi sorpresa en encontrarme un impresionante parque de atracciones que años, incluso se podría decir que décadas, atrás había sido uno de los más concurridos del país.
-Nunca le enseñé este lugar a nadie.- dijo distraído.- ¿Qué me hiciste?- susurró en mi oído colocándose detrás de mí.
"En su vientre se esconde el ser elegido
Rey de los reinos
Sentado sobre un trono hecho de oro puro,
sacado de las entrañas de África,
el elegido gobernara sobre todas las naciones.
Lo lleva en su vientre"
No me gustó nada esa canción. Sobretodo porque después, la voz misteriosa había soltado una risita aguda muy desagradable.
-Por poco tiempo, Garfis, por poco tiempo.- sonó una voz más próxima. Y tanto. El dueño de ella apareció segundos después de entre los matorrales. Un hombre de unos cuarenta y tantos, robusto y de una estatura que no era proporcionada con su desarrollada musculatura.
-Oh, no.- murmuró Tobías.- ¿Que mierdas…?- pensó en voz alta, pero no le dió tiempo a terminar. Detrás del primer hombre se pudo divisar el culpable de la situación…
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Hello! Cuánto llevo sin publicar? Demasiado, verdad? Si, creo yo que si. Vosotras quien pensáis que es? Anda, opinad! Espero que os haya gustado y para la próxima -espero que pronto- más y mejor. A lot kisses!!!!!! Pd: aquí les dejo las imágenes del parque de atracciones donde van ;)

jueves, 25 de julio de 2013

Pequeño cambio

Ok, a partir de ahora olvidaos de que Sarah es gótica, vale? Estoy preparando otro blog, con otra historia diferente en la que pega más que la protagonista sea gótica. Espero que lo entendáis. En cuanto lo cree, os aviso. XP. Besos y abrazos aplastantes!!!!!!!!!!!

jueves, 4 de julio de 2013

Más Peligroso Que Un Daltónico En Un Cruce De Semáforos

Era algo absolutamente imposible. Yuna, que no le hacía daño ni a una mosca, que viniera mi hermano y me dijera que era una asesina. No me cabía en la cabeza. Aquello era mayor a mi capacidad de entendimiento.
-Dime que bromeas.- supliqué.
-Lo dimos en clase de Historia el año pasado. La señorita Vangela la admira un montón. Es algo así como una diosa para ella. No me sorprendería que la diera este año también.- dijo encogiendose de hombros. Por una razón inexplicable, me puse tensa. Delante de mí ya no estaba hablando mi hermano, sino un hombre mayor con una barba hasta la altura del ombligo. Era menudo, más que nada porque andaba encorvado y apoyándose en un bastón. Nos miramos de igual forma: con hastío. Después de un rato, observandonos, la verdad, aquel hombre no me inspiraba demasiada confianza, el hombre se hizo a un lado, mostrándome la nueva estancia en la que me encontraba. Las paredes eran color crema y se había reducido notablemente el espacio que ocupaban. Oí unas risas provenientes de una esquina, donde se encontraban sentados en un sofá un chico y dos chicas. Debía de ser por los años 60 o 70, a juzgar por la música que comenzó a sonar, que no era precisamente moderna, al igual que la ropa que llevaban los tres adolescentes. Una de las chicas tenía apoyada la espalda en el respaldo del sofá con las piernas cruzadas. El chico, por el contrario, se apoyaba en el brazo del sofá, quedando sentado con las piernas estiradas y abiertas. Entre ellas se encontraba la otra chica. Al chico lo reconocí al instante, igual me pasó con la chica que se encontraba sola en el sofá con las piernas cruzadas y comiendo helado de chocolate del bote a cucharadas.
-¿Qué desesperada toma helado durante una crisis amorosa?- se burló el chico.
-Yo- dijo mientras engullía el helado.- Además no es una crisis cualquiera. Tú- añadió señalando con la cuchara a su amiga.- estarías haciendo lo mismo si estuvieras en mi lugar. ¿Serías tan buena amiga de traerme otra tarrina?- dijo fingiendo una sonrisa.
-¿Tarrina? Pero si eso es un bote como los de granizados de leche y limón que compraba mi abuela.- intervino el chico.- Vangela, no le hagas ni caso, se le acabará congelando el cerebro, si es que se le puede congelar más.- se burló. Mi madre lo miró mal.
-Tú cállate, que ni siquiera sabes lo que pasa.- le ordenó.
-Por Dios que susceptible.- susurró poniendo los ojos en blanco.
-Carlos, cariño, déjala que en verdad ni yo me creo lo que le pasa.- lo relajó la que se debía de suponer que era Vangela. Si tenía alguna duda sobre si eran más que amigos, ese comentario las había disipado al instante.
-Pero, a ver, amor, esta mañana, Lia estaba tan contenta y feliz que saltaba más que una cabra montesa y ahora, está hecha mierda.- dijo con sarcasmo. Mi madre se llamaba Katlia, pero todos la llamaban Lia.
-Ahí es donde podrías irte tú, guapo.- gritó enfadada y poniéndose de pie, se marchó de la sala, dejando a Vangela y a Carlos con una inconfundible mueca de confusión en el rostro. En ese momento, sus rostros, sus cuerpos y la escena en su conjunto comenzaron a distorsionarse, volviendo a la actualidad. Mi hermano seguía hablando, sin saber, o tal vez ignorando, lo que acababa de vivir. Sacudí la cabeza casi imperceptiblemente para librarme de aquellos pensamientos y concentrarme en los chismes de Hayden. No sabía lo que decía, pero tampoco me importaba demasiado. Giré sobre mis talones y salí de la estancia. Fuera todavia estaban James y Carlos. Mirando a este último, dije con firmeza.
-Lo sé todo.- Carlos repitió aquella mueca que ví segundos antes, aunque esta vez se le añadía un tipo de asombro y sorpresa.
-¿Como que todo? ¿De que hablas, chiflada?- preguntó con brusquedad, dándome a entender que ya sabía por donde iba.
-¿Quieres que lo diga delante de tus amigos?- le repliqué. Frunció los labios, como reprimiendo sus ganas de golpearme, únicamente me cogió por el codo y tiró de mí.
-¿Quien te lo ha dicho?
-A ver si te suena…¿Lia McConaughey?- abrió mucho los ojos para después fruncir el ceño.
-¿De que la conoces?
-Espera que piense…hum… ¡la conozco porque fue ella la que me parió! ¡Ella es mi madre!
-¡¿ Al final se casó con el imbécil de Jeff?!
-¡¿Qué dices?! Mi padre se llama Julien.
-¿Te tuvo con Julien? Pero si él murió a los quince años por tuberculosis.
-No estamos aquí para hablar de mí o de mis padres, estamos aquí para hablar de ti.- le grité. Que poca paciencia teníamos el uno con el otro.- ¿Se puede saber que co** eres? Los únicos inmortales son los zombies y los vampiros, aunque está claro que muy zombie no eres.
-Si que estás mal informada.- farfulló.- Existe una tercera, que es a la que pertenezco. Se llama Danfys Reference.
-¿Danfys Reference? Creí que no quedaba nadie.
-Lo que pasa es que nos tenemos que ir escondiendo y camuflando entre los humanos gracias a vosotros, los lobos.- me miró mal y yo estaba atónita.- Estuve en la fiesta de anoche. Es fácil esconderse tras una máscara y fingir que eres otra persona. Decían que tenían nuevo líder, pero no les creí y decidí comprobarlo por mis propios ojos. ¡Que sorpresa la mía cuando te ví aparecer como la nueva monarca! ¡Las cosas seguro que cambian!- dijo lo último con sorna. Hice una mueca como que me había hecho gracia.
-Mi intención es cambiar las cosas, por si no lo sabías.- recalqué.
-Todos sois iguales. Hacéis promesas para ganaros al pueblo para luego hacer todo lo contrario a lo prometido.- contraatacó.
-¿Tú que sabrás? No te controlas ni a ti mismo, ¿que pretendes, eh? ¿Ponerte tú al mando, enserio?
-¿Tú crees estar preparada?- aquella pregunta, hecha de voz en grito, me sobrevino como un martillazo. No supe contestar, porque ¿realmente estaba preparada? No lo sabía. Opté por cambiar de tema.
-Sé lo que tuviste con Vangela hace unos cuantos años. Siento curiosidad, ¿como reaccionó al ver que eras alumno suyo?- lo sé, era muy cruel por mi parte todo aquello, pero no me gustaba el tocar el tema de mi reinado y, en mi opinión, esa era la única manera de esquivarlo. Esta vez quien no habló fue él.
-¿A eso te referías con todo?- dijo burlón.
-En parte si, me refería a eso…
-Entonces no sabes ni una cuarta parte.- interrumpió. Me acerqué mucho a él, a un beso de distancia y le susurré.
-Pero ten por seguro que lo averiguaré.- dí media vuelta y salí de allí, dejándolo con la palabra en la boca.
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Hello!!!! Aquí de nuevo! Espero que este capítulo, al igual que todos los hechos y por hacer, os haya gustado. Dejé mi correo pensando que me lo ibais a petar a mensajes, pero no, no he recibido ni un mensaje vuestro. Eso en parte me alivia y en parte me preocupa. Me alivia porque no me veía capaz de contestar a lo mejor a todos. Me preocupa porque me hace pensar que no os gusta la nove o no la leéis. Bueno, no pasa nada. La seguiré escribiendo igualmente. Mrs. Tomlison, gracias por todo y este capítulo va dedicado a ti. A cuidarse!!! <3<3<3<3

martes, 25 de junio de 2013

Si, embarazada

Antes de que Jeremías pudiera alcanzar la Estaca, James corrió hacía ella y la cogió. James era consciente de que a Carlos no le hubiera importado que yo muriera y también era consciente de que ninguno de sus otros dos amigos podían coger aquel artilugio. Sabía que él era la única esperanza que quedaba.
-¡No!- gritó Jeremías cuando James lanzó a través de la ventana rota, todo lo lejos que pudo la Estaca.- ¡¿Pero que haces?!
-Ellos son mis amigos, tú no.- dijo con una severidad impropia de un adolescente de dieciséis años. Arrugué el hocico y escupí unos gruñidos.
-Coincido contigo, hermana. Como no se vaya, lo echo a patadas.- sonrió maligno. Bufé. -Lo sé, te he entendido. Todo tuyo.- cedió. Sonreí triunfante. Volteé hacía mi ex-novio y fui acercandome a él, mientras él retrocedía, provocando que quedara arrinconado en una esquina de la estancia. Abrí momentáneamente de par en par mis fauces, dejando ver mi perfecta e mordaz dentadura. Para ser un lobo, tenía los colmillos más largos de los normal. Oí como Jeremías tragaba saliva.
-¿Pi-piensas morderme? Te advierto no es lo más indicado, ¿eh? Si ni siquiera tengo buena carne. ¿Qué me dices?- dijo nervioso.
-Largo.- explotó Tobías. El cazador lo miró y después volvió su vista a mí. Le hice un gesto con la cabeza indicándole que le hiciera caso. No se lo pensó dos veces antes de salir de allí cómo alma que lleva el diablo. Después de estar unos segundos más observando el lugar por el que había desaparecido el individuo, miré a Tobías. Él entendió perfectamente lo que le quise decir y desapareció unos instantes para volver con una bata de seda opaca color rosa pálido. Con otro gesto de cabeza indiqué que salieran los cuatro de allí, dejando la bata, y que tras de sí cerraran la puerta. Así lo hicieron. El último en salir fue Carlos, que antes de cerrar, me dedicó una mirada pervertida, mientras yo le gruñia. A los dos o tres minutos de que se marcharan, recobré mi forma humana, me coloqué la bata y salí de allí. Los chicos estaban discutiendo. Le recriminaban a Carlos su ineficaz reacción y este se defendía diciendo que se había quedado en shock con todo lo que había pasado. Yo lo interpreté como que era, para su limitado entendimiento, un exceso de información.
-¿Ya te has vestido?- preguntó Tobías desviando el tema de la pelea.
-Para vuestro consuelo diré que no llevo nada debajo.- dije con sarcasmo, aunque era cierto. Tobías, James y Carlos me miraron pervertidamente, mientras que Hayden les fulminaba con la mirada.
-Tú y yo tenemos que hablar.- dijo mi hermano con el típico tono de padre que quiere que su hija le diga porque llegó media hora más tarde de la acordada, cogiendome del brazo y arrastrarme hasta la habitación contigua.- ¿Me puedes explicar eso de que prefiere a su hijo que al tuyo? ¿Estás embarazada? ¿Enserio?
-¿Tienes algún problema?- pregunté molesta, cruzando los brazos sobre el pecho.
-Tienes dieciséis años, Sarah. Si, me gustaría ser tío, pero no ahora, sino, dentro de unos años estaría bien.
-Durman me explicó durante la comida que solo podría concebir una vez en mi vida y que si abortaba ahora, jamás podría volver a tener un hijo. ¿Tú quieres eso? Mira por donde yo no. ¿Sabes? Me importa bien poco que tus amigos lo vayan diciendo por el instituto, es más, si quieren proclamarlo, adelante. No seré yo quien lo impida.- abrió la boca para decir algo, pero no le dí tiempo a decir nada.- Si piensas o pensáis que soy una puta, pues bien. Os advierto que Jack el Despripador murió después del 1888 y te recuerdo que solo mató a prostitutas de profesión.
-¿Qué me vas a dar una lección del Otoño del Terror, es decir, el otoño de 1888? No, gracias. Justamente a Tobías le pilló allí y lo vio todo. Ya me lo ha contado todo. No necesito una clase de Historia de Londres.- se burló. Lo miré mal.- Pero esto no viene al caso. ¿Quién es el padre?
-Su padre es…- titubeé.- su padre es un vampiro.- suspiré.
-¡¿Un vampiro?! ¿Me tomas el pelo?- exclamó con un tono agudo.
-Nataniel Fox. Habrás oído hablar de él.
-¿Tu mejor amigo? La verdad, si me suena el nombre.- se quedó pensativo unos minutos.- ¡Yo he estado con ese cabrón! Coincidimos en una residencia de alumnos. ¡Y estabas tú también! Si, te recuerdo allí.
-No, yo no fui. Estaba en el entierro de papá. Es imposible que estuviera allí. Hay una chica, Alice Sprayberry, se parece bastante a mí. Nos han confundido en varias ocasiones.- informé animada por el rumbo que había tomado la conversación conforme al tema principal: mi embarazo.
-¿Sabes los apellidos?- preguntó confundido.
-Son los Lourisen.
- ¿Los Lourisen? ¿Estás segura?- exigió.
-Completamente. Es mi amiga y mi ex-novio, si, estoy segura.- respondí como algo obvio. Tragó saliva sonoramente.
-¿Y no tendrán por casualidad una familiar que se llame- volvió a tragar saliva.- Christien?- levanté una ceja, interrogante.
-Si, es la prima, ¿por?
-Sarah... Follamos salvajemente... (escrito por MPM)- dijo avergonzado.- Bueno, con ella y con la mayoría de las chicas. Menos mal que no estuviste esa semana, sino, creo que también me hubiera acostado contigo.
-¿Entonces, también te acostaste con Natasha?
-La cuestión es que creía que no tenía tiempo suficiente para hacerlo con todas las que me gustaría y…- se rascó la nuca nervioso.
-¿Te acostaste con las dos a la vez? ¿Tú estás loco? Pero si Natasha es lesbiana. ¿Co…como pudiste?- grité. Creo que nos oyeron
-¿Y yo que sabía?- respondió en el mismo tono. Después, bajando la voz añadió.- ¿Enserio Natasha, la sexy, la tía buena esa que buff, es lesbiana? Creí que estaba saliendo con Conor Buffon.
-Pues ya ves que no. Está de novia con la hermana de Nataniel, Yuna Fox.
-¿Me tomas el pelo? ¿Conoces a Yuna Fox?- exclamó.
-Ems…si. Es amiga mía.- dudé.
-¡Oh, Dios mío! ¡Yuna Fox es el sueño erótico de todo adolescente! Tenía un montón de éxito, era conocida a nivel mundial. No sé porque lo dejó.
-¿Se dedicaba al porno?- me sorprendí. No me lo esperaba de Yuna.
-No exactamente. Ella era… algo así como una chica de compañía.
-¿Era prostituta?
-Si, pero la dimos en clase de Historia. Ella si que se libró de Jack por los pelos.- suspiró. Luego en un susurro dijo.- Según se rumorea, acabó con el problema.
-¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué lo mató?- pregunté sobresaltada.
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Hello! Quien me conozca y lea esta novela, sabrá que no solo escribo, sino que también dibujo. Se me da bastante bien, no se puede decir que sea una profesional, pero algo sé. En cuanto pueda, dedicaré una entrada a esos dibujos. Ala, a pasarlo bien, que por fin es verano!!!!!

martes, 18 de junio de 2013

Dolor de Venganza

Miramos hacía la puerta, como si ella nos pudiera dar respuesta de como se había producido aquel sonido. Cuando me quise dar cuenta, corría escaleras abajo, ignorando el dolor que me provocaba el corte. Hayden y Tobías corrían a cierta distancia de mí, seguidos por Carlos y James. Faltaban muchos escalones para llegar al piso inferior cuando noté unas manos sobre mi cintura. Esas manos me agarraron con firmeza y me pegaron al cuerpo de su dueño, sentándome en su regazo. Subí la cabeza y me sorprendió ver a Carlos. Miraba al frente, con seriedad y sin siquiera pestañear, apretando fuertemente la mandíbula. He de admitir que me sorprendió muchísimo. Me lo esperaba que fuera Hayden, Tobías e incluso James, pero no Carlos. Me quedé mirándo, mejor dicho observando cada una de sus facciones. Eran finas y delicadas. No era del todo feo, la verdad. Aún así, me incomodaba estar sentada encima de él mientras se deslizaba por la barandilla de las escaleras. A los pocos segundos, tocamos el mármol del suelo. En el salón, uno de las ventanales estaba reventando. Pero eso no fue lo que me sorprendió. Al pie del ventanal estaba, nada más y nada menos, quien había provocado que tuviera siete puntos en la cadera. Estaba ahí, de pie.
-¿Y ahora qué? ¿Te has arrepentido de dejarme con vida?- pregunté avanzando lentamente hacía él, dejando a Carlos unos pasos por detrás.
-La verdad.- dijo pausadamente y caminando hacía mí, sonriendo maliciosamente.- Es que si- en ese momento llegaron los chicos que faltaban. Hayden intentó abalanzarse sobre nuestro invitado, pero con un gesto le indiqué que se quedara donde estaba. Por si acaso, Tobías lo cogió.- ¿Sabes? He estado pensando…
-A mira si todavía piensa y todo- interrumpí. Él me calló con una mirada envenenada.
-He estado pensando que prefiero mi hijo al tuyo.- cerré los ojos. La había cagado. Cerré los puños mientras pegaba más los brazos a mi cuerpo. Noté las miradas confundidas y pidiendo una explicación por parte de los que no lo sabían. Oí a Tobías susurrar un "mierda" bastante alto.- ¿No me los piensas presentar, Sarah?- abrí los ojos y tenía al visitante a escasos centímetros. Carlos por detrás tensaba cada músculo de su cuerpo.
-¿Y eso que más da?- espeté. Él se encogió de hombros. Seguíamos mirándonos a los ojos, como desafiandonos.
-Me gustaría saber a quien mato.
-Si no es que mueres tú antes,…- intervino Hayden, escupiendo cada palabra.
-Jeremías, cazador profesional del segundo distrito de vampiros, hombres lobo y cualquier otro ser que pueda ser una amenaza para la sociedad.- se presentó.- ¿Con quién tengo el gusto de hablar?- preguntó con sarcasmo.
-Hayden Stanford, hermano de Sarah.- dijo con fiereza y orgullo. La mirada del cazador fue de mi hermano a mí.
-Tú no eres Stanford de apellido.
-No, yo soy McConaughey. Él ha adoptado el apellido de quien se encargaron de su protección.- expliqué con desgana.
-Ah, ya decía yo.- dijo sin mucha convicción.- ¿Y los demás? ¿Quiénes son? Tú me suenas, pero no sabría decirte de que.- añadió refiriéndose a Tobías.
-Tobías. Nos conocimos en el baile en el que atacasteis.- dijo con desdén y sujetando más fuerte a mi hermano.
-¿Y ellos?- dirigiéndose a James y Carlos.
-No son nada, solo son amigos.- me apresuré a contestar.
-Ah, ¿no son ni vampiros, ni hombres lobo? Una pena, ya que sabéis todo os toca también.- dijo irónico. Empecé a respirar pesadamente.
-Eso si antes consigues acabar conmigo.- corté amenazante. Me abalancé sobre él, mientras él sacaba su arma, que no le dió tiempo a utilizar. Estabamos los dos en el suelo, yo encima, con mis manos haciendo presión sobre sus hombros. Abrí la boca lo suficiente como para que se vieran mis afiliados colmillos que terminaban un poco más abajo del labio inferior. Jeremías se empezó a reír con ganas.
-¿Crees que me asustas?- se burló. Dicho esto, mi cuerpo se arqueó como el de los gatos. Eché la cabeza para atrás y solté un aullido espeluznante. Incluso a mí se me pusieron los pelos de punta. No, no era que los pelos se hubieran puesto de punta a causa del aullido, sino porque me había crecido notablemente. Del final de mi espalda salió una cola, mis pies se convirtieron en pezuñas, las piernas se me llenaron de pelo, al igual que los brazos y el resto del cuerpo, y la cara se me alargó, formando un hocico. Gruñí. Vislumbré como levantaba la Estaca, pero antes de que pudiera utilizarla, le dí un zarpazo en la muñeca, poniéndola fuera de su alcance. Emití una serie de gruñidos que solo entendieron los lobos.
-Dice que ahora no te haces tanto el chulo y el valiente.- tradujo Tobías.
-Ja, ella no lo es hasta que se convierte en lobo, ¿no?- recriminó. Solté un bufido
-Dice que no necesariamente. Tú la conoces más que yo, chico, deberías de saberlo.- añadió. Jeremías miró a quien había hablado.
-Si, lo sé todo sobre ella y sobre ti, pero no me informaron de él- se dirigió a Hayden, todavía atrapado entre los fuertes brazos de Tobías.
-No tenían porque saber de su existencia. Él es uno de los nuestros, pero no por eso tienes que saber de todos.- coincidimos. Solté un prolongado y agudo aullido que hizo que algunos de los vidrios de las ventanas que permanecían intactas, se agrietaran. A los lobos ni les inmutó, pero los humanos se taparon los oídos e hicieron muecas bastante raras no sabría decir si de dolor, ya que puede reventar tímpanos, o de terror, porque no entendían absolutamente nada.
-Lárgate.- ordenó Tobías con tranquilidad, pero con firmeza.
-No, hasta que no os mate a todos.- replicó en un grito. Me volví hacía el lugar donde se encontraba la Estaca y me dirigí a él corriendo. Intenté cogerla con los dientes, pero no podía, me daban calambrazos por toda la mandíbula. Emití una especie de sollozo que Hayden entendió enseguida.
-¡Corre, Carlos!- gritó mi hermano ya que era el que más cerca se encontraba.- ¡Cógela, coge la Estaca!- Jeremías se empezó a recomponer y a incorporarse, pero la vacilación de Carlos a la hora de obedecer le dieron suficiente tiempo para ello. Rápido, aunque dando tumbos, el cazador se acercó a su arma… pero algo lo impidió.
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Hello! Comment vous ça va? Jajaja, ¿como estáis? ¿Que os pareció el capítulo de hoy? Nada interesante, la verdad, aunque me costó hacerlo para que saliera largo. Una pregunta, ¿alguna de vosotras sabía que Demi Lovato tiene una canción junto a Cher Lloyd? Yo me enteré el otro día, la busqué por Internet y está chulisima. Se llama Really Don't Care, bonito título, ¿eh? Para que no la han escuchado se la recomiendo y para las que si, pues… que sigan escuchandola!
A lot kisses

domingo, 16 de junio de 2013

Princesas y Rosas

Después de cenar, logré convencer a Tobías de que podía apañarmelas sola para ir a mi habitación, pero aún así, él insistió en acompañarme, a lo que cedí. Subimos a mi cuarto, como supondreis ya estabamos en la mansión, acompañada de Tobías. Él cogía mi mano, entrelazando nuestros dedos, y, a cada escalón, se ponía alerta, cogiendo con firmeza mi otro brazo. Me costaba y, cabe admitir, que probablemente sin él ya habría costado todavía más. Los puntos me estiraban a cada paso. Cuando al fín logré llegar a mi habitación, Tobías me hizo acostarme en la cama. Yo jadeaba. Él me sonrió con ternura.
-Gracias.- conseguí decir.
-No hay de que. Ahora descansa
-¿Pretendes que duerma cuando acabo de despertar?- pregunté sorprendida. En ese momento, unos leves golpes en la puerta que pedían permiso para entrar nos interrumpieron.
-Adelante.- dijo Tobías antes de que pudiera articular palabra. La puerta se abrió y el corazón me dió un vuelco. En el umbral de la puerta aparecieron Hayden, James y Carlos. Mi hermano se abrió paso entre los otros chicos, ya que estaban delante de él, para precipitarse hasta el borde de la cama.
-Sarah, e-estás pá-pálida.- tartamudeó.
-Lo sé, Hayden.- me atreví a contestar.
-Perdió mucha sangre.- añadió Tobías.
-¿Có-cómo?- ninguno de los dos nos atrevimos a responder.- ¡Sarah! ¿Quién co** ha sido?- gritó furioso ante nuestro silencio. Me incorporé quedándome sentada en la cama.
-No lo conoces, Hayden.- susurré cabizbaja. Con un dedo me levantó la cabeza para que le mirara a los ojos. Estabamos a escasos centímetros.
-¿Qué te ha hecho ese capullo?- preguntó más tranquilo, sin dejar ese tono amargo y cargado de ira e impotencia. Sin contestar, me remangué la camiseta y, en cuanto a penas, me bajé el pantalón, dejando ver parte del corte que me había propinado Jeremías en la cintura. Al verlo, Hayden abrió mucho los ojos y la boca. Oí como a James se le escapaba una exclamación de sorpresa y Carlos… Carlos sólo me miraba indiferente.
-¿Quién ha sido?- repitió lentamente Hayden cuando salió del shock de ver la herida.
-Ya te lo he dicho, Hayden, no lo conoces.-respondí irritada. Pero él hizo caso omiso a mi réplica y se giró hacia Tobías enfurecido.
-Y tú, se supone que la tienes que proteger y cuidar, ¿dónde estabas? ¿Ligando con las zorras esas? Por una vez que no voy, le pasa esto a…
-Si no llega a ser por él estaría muerta, Hayden.- le corté, fulminandole con la mirada. Él calló y en la estancia se hizo silencio.
-¿Quien fue, Sarah?- insistió Hayden sin apartar la vista de Tobías. Miré a los chicos que seguían en la puerta.
-Un cazador del segundo distrito.- susurré tan bajo que sólo me oyera mi hermano.- Vienen a por nosotros, Hayden. Quieren matarnos.
-Dime que eso es mentira, Sarah.- pidió mi hermano.
-Estuve saliendo con él antes de conocer a Tobías, pero no es por eso por lo nos quieren muertos.
-¿Saliste con el que te hizo eso?- exclamó.
-Fui una estúpida. Estuvo un año entero perdiendo el tiempo con alguien que nunca me quiso, pero que desde el primer momento solo buscó sacarme información, un punto débil para mí. En varias ocasiones incluso intentó mostrar al mundo lo que era. Pero yo estaba demasiado enamorada como para darme cuenta de ello, ni me dí cuenta de que él sabía que yo…- me interrumpí.- Creí que solo lo sabían Natasha y Nataniel.- se me hizo un nudo en la garganta al pronunciar el último nombre. Me dolía pensar que me habían apartado de él, ahora que era cuando más lo necesitaba. -¿Quién es Nataniel?- preguntó con suavidad dejandome ver que se había notado que la voz se me había quebrado al mencionarlo.
-Nataniel es…- vacilé en contarle todo lo del embarazo delante de James y Carlos.- Nataniel es mi mejor amigo.- opté por decir.
-¿Cuánto tiempo vas a seguir con esa mentira, Sarah?- preguntó esta vez Tobías. Hayden me miraba sin comprender, confuso. Yo por mi parte quería matar en ese mismo momento a mi guardián, porque no era más que eso. -Todavía no es el momento adecuado para ello.- respondí con un tono más indiferente de lo que me hubiera gustado. -Entonces se lo dirás cuando lo tengas, ¿no?-replicó.
-Mira, Tobías, si le quiero decir a mi hermano o como si no eso lo decido yo y como me entere de que le has dicho algo juro que encuentra una vía para librarme de ti y de todo esto para volver junto a Nataniel.- exploté.
-No lo tratas como si fuera solo tu mejor amigo, ¿eh?- se burló Carlos.
-¿Sois hermanos?- exclamó James.- ¿Desde cuando?
-Desde que nos parió nuestra madre, ¿a ti que te parece?- respondí con una brusquedad innecesaria.
-Me refiero a que desde cuando lo sabéis.- me miró mal. Suspiré y con dificultad aparente me incorporé totalmente. Del tocador cogí la caja donde guardaba la foto, pero allí no estaba. En ese momento recordé que la había guardado bajo mi almohada. Me dí la vuelta y miré a mi hermano.
-Hayden, ¿me harías el favor de levantar la almohada?- pregunté con tono cansado. Sin contestar, la levantó y allí estaba. Él sonrió enormemente al verla.- La encontré hace unos días. Las mechas de él son naturales por si lo dudais al igual que yo también tengo una.-expliqué descubriendola.- Y no puede ser tintado porque lo descubrí- titubeé.- El mismo día que descubrí la foto. Y todo me encajó.-James abría y cerraba la boca como queriendo decir algo y Carlos solo resoplaba. No sé porque, pero su actitud no me sorprendía en absoluto. Iba a seguir explicando cuando un ruido de cristales provenientes del piso de abajo nos hizo ponernos, por lo menos a los lobos, muy alerta. --------------------------------------------------
Ya regresé! Por fín! Me costó, eh? Bueno tener por lo menos 4 exámenes por día, pues no te deja mucho tiempo para hacer nada. Ok, me pasé un poco, pero esta es la última semana, wiiiiiiii ^^ Por lo que he visto, muchos comentarios no dejáis algunos por culpa de que en la opción de perfil para comentar no sale el anónimo y yo no sé que hay que hacer para que salga, así que, para aquellas que no pueden comentar en anónimo, les dejo mi correo electrónico y si quieren, me envían uno que en el asunto ponga blog y yo sabré de que se trata. Mi correo es: nmarti49@gmail.com ( me gustaría haber puesto mi nombre, pero ya estaba registrado, dándome esta como opción y yo acepté, que ni nací en el 49, ni tengo esa cantidad de años) A lot kisses

viernes, 31 de mayo de 2013

Nataniel

Mientras todo aquello ocurría, en una ciudad remota, en la ciudad había bullicio y fiesta. Nataniel miraba desde la ventana de su habitación los festejos. Siempre le habían gustado las fiestas y en otro tiempo habría ido corriendo a emborracharse, pero ahora ya no. Todo había cambiado. Se sentía inútil. Iba a ser padre, no sabía de que, pero si con quien iba a tener ese hijo y no podía luchar por conseguirla. Sentía impotencia y rabia. Si no fuera por aquel infeliz, Sarah estaría allí con él, disfrutando de las fiestas, bailando con su falda larga verde y su tiara de flores de pradera. Nataniel suspiró con nostalgia. Se apartó del ventanal y salió de la habitación, para entrar en una habitación contigua. En la habitación no había nada, sólo en el centro un majestuoso piano de cola negro con acabados en oro, que hacía juego con las paredes. El suelo, por el contrario, era de mármol de cuadros negros y rojos. No tenía nada que ver con el resto del apartamento. Ésta estancia era digna de un vampiro malvado, tipo el Conde Drácula. No había entrado desde que llegó Sarah, pero ahora era el momento ideal. Se sentó frente al piano y tocó una melodía de notas agudas, que ponía los pelos de punta. Nadie desde fuera lo podía oír, la sala estaba insonorizada. Aunque siempre creyó que aquello era una simple ilusión de su imaginación cuando dormía y tenía sueños tormentosos. También por eso ni su hermana, ni la novia de esta oían esa espeluznante melodía, siempre la misma.
Y así pasaron los años. Le creció barba incluso, aunque si que se duchaba. Parecía que había envejecido como treinta años, cuando antes aparentaba no más de dieciséis. Todos los días iba a aquella habitación misteriosa. Tocaba como doce horas al día, las otras doce horas se imaginaba a si mismo con un bebé, su bebé en los brazos, se preguntaba si Sarah ya habría dado a luz, si había abortado, si se habría enamorado de Tobías o de cualquier otro. Cada día pensaba cosas peores, pero cerraba los ojos e imaginaba que la chica estaba junto a él, en la casa con la que siempre soñaron, con niños correteando a su alrededor. Se imaginaba a una familia feliz.
Hasta que una tarde de un hermoso día de primavera, decidió dejar el apartamento por unas horas para dar una vuelta al parque. Allí ocurrió, sin darse cuenta, se había vuelto a enamorar. Amor a primera vista. La chica era alta y delgada, su melena era castaño claro hasta la cintura, sus ojos verdes. Al verla recordó el tiempo que llevaba solo, con la única compañía de su hermana y su cuñada. Pero chicas con las que poderse acostar, ninguna. Así que Nataniel Fox volvía a la carga. La chica se sentó en un banco. La falda de tubo se le subió ligeramente, dejando ver parte de la parte superior de la pierna. Del bolso sacó su móvil y empezó a usarlo. Nataniel se acercó al banco y se sentó junto a la chica. Llevaba puesta una camiseta ceñida blanca que dejaba ver sus perfectas abdominales. De un bolsillo de su tejano sacó un paquete de tabaco, llevaba un tiempo adicto a la nicotina. No sacó el mechero a propósito, porque si que llevaba.
-Perdona.- llamó la atención de la chica.- ¿Tienes fuego?- preguntó únicamente. Ella lo miró.
-Claro.- le dió un mechero que sacó de uno de los bolsillos exteriores del bolso.- A mí se me acabaron esta mañana.- miró con deseo el cigarrillo que acababa de ponerse el chico en la boca.
-Coge uno si quieres- le tendió el paquete. La chica vaciló, pero acabó cogiendo uno, se lo puso en la boca y, una vez que terminó Nataniel, se encendió ella el suyo.- ¿Cuánto hace que fumas?- preguntó de improviso.
-Casi dos años.- contestó sin inmutarse, como si no fuera la primera que se lo preguntaran.
-Yo llevo casi dos meses y no puedo parar.- respondió ella a una pregunta que no le habían ni formulado.- ¿Puedo hacerte una pregunta?- Nataniel la miró con una sonrisa.
-Ya me la estás haciendo.- dijo provocando que la chica se sonrojase.
-¿Cuántos años tienes? Tú expresión es dura y cansada, como si tuvieras ya los cuarenta pasados; pero tú cuerpo indica que eres un joven fuerte.- "muy observadora" pensó. ¿Cuántos años podría tener en ese momento Sarah?
-Diecinueve.- contestó. La chica lo miró con sorpresa. En su cabeza no cabía como podía aparentar cuarenta y tantos cuando tenía diecinueve.- Es por la barba, me hace más viejo. En cuanto llegue a casa me la afeitaré. Ya me he cansado de ella.- explicó.- Por cierto.- añadió.- Soy Nataniel, pero Sa… para mis amigos soy Nath.
-¿Tienes novia?- preguntó tímida. Nataniel la miró triste.
-¿Tengo pinta yo de tener novia?
-No, no claro. Pero es que ya sabes, no pareces un chico feo. Sin esa barba debes de estar mucho mejor.- dijo natural, tranquila, algo que le gustaba mucho a Nataniel.- Yo soy Malena. Tengo dieciocho cumplidos de hace una semana.- anunció con orgullo.
-Felicidades con retraso.- después de eso se quedaron en silencio. Nataniel miraba los árboles que tenía enfrente y Malena miraba al desconocido.
-Estás así por una chica, ¿cierto?- preguntó con delicadeza. Nataniel desvío su mirada hacia ella.
- No siempre ocurre lo que queremos.
-No deberías sufrir por ella. Seguramente ni te merecerá.- intentó animar. Nataniel hizo una media sonrisa.
-No fue culpa suya, ni mía. Fue de otro por obligarla a que se fuera. Sé que me ama y yo creo que la sigo amando, pero no sé donde está y hace como dos o tres años que no nos vemos.- explicó.
-Yo he tenido cuatro novios: a uno lo dejé por solo quererme para el sexo, el segundo me dejó porque dudaba, con tercero corté por acostarse con otra y al cuarto por narcotraficante.
-Que suerte con los novios, mira que los elegías bien.- se burló el chico.- Oye, ¿tienes algún plan para esta noche? Podrías venir a mi casa a cenar y así seguir hablando.- propuso.
-Me encantaría. Me siento muy a gusto hablando contigo.- sonrió. Malena le dió su número de móvil y Nataniel el suyo.
-A las siete estate preparada. De todas formas, cuando esté llegando a tu casa te haré una llamada perdida y bajas, ¿ok?- la chica asintió.
-Pues hasta esta noche.- se despidió de él con un beso en la mejilla y siguió su camino. Nataniel la vio desaparecer en la lejanía y sonrió. Por fín, esa noche volvería a ser el de antes, volvería a tener sexo con la primera que se le cruzara. Menos mal que Natasha y Yuna se habían ido de crucero y no volverían hasta el mes siguiente, que si no…

miércoles, 29 de mayo de 2013

Perdón

Chicas, el último capítulo lo publiqué el día 29, no el 15, así que está mañana en la tarde subiré otro, para que no se confundan con lo del maratón y todo eso.
A lot kisses <3

jueves, 23 de mayo de 2013

Luna llena, noche de lobos

[Luna llena, negra noche
Noche de lobos
¿Lo oyes allá a lo lejos?
Procede del bosque
De las montañas
Se esconde entre los tejos
Tras el velo de la noche
El prado repleto de cabañas
Curiosos de naturaleza
Curiosos por naturaleza
Aullidos
Aullidos de lobos y lobeznos
Chirridos
Chirridos de las víctimas curiosas
Lobos, seres de la oscuridad
Reyes de las noches
Hoy la luna resplandece bella
Hoy luna llena, noche de lobos.
                                       Gigy Martí]

Se acercó peligrosamente a mí. Agachó su cabeza, tanto que nuestras frentes chocaron. Pude sentir su respiración chocar contra mis labios. Un brazo suyo me rodeó la cintura. Cerré los ojos.
-Quiero que me sigas el juego, ¿está claro?- susurró. Asentí. El brazo que le quedó libre lo acercó a mi cadera. En vez de sentir su mano sobre mí, noté una superficie fría, que era imposible que aquello estuviera vivo. Pero no dije nada. Aquello me apretó más y más, hasta hacerme un corte. Abrí los ojos cuando sentí la sangre correr por mi pierna. La vista se me distorsionó. Jeremías parecía cada vez más lejano. Estaba cayendo.
-Hijo de perra.- mascullé. Después todo se hizo oscuro. No recuerdo nada de lo que ocurrió después, tal vez porque estaba inconsciente, pero tampoco recuerdo el sueño. Al despertar, la luz del sol me hirió los ojos, por lo que me puse una mano delante, mientras me incorporaba. Unas pesadas cortinas estaban corridas y aún así la luz las transpasabas. Me asusté cuando ví a Tobías sentado en una silla a los pies de la cama. Los codos los apoyaba en las rodillas, echando la parte superior de su cuerpo para adelante.
-Al fin despertaste, bella durmiente.- susurró con una sonrisa. A cualquier otra chica le habría arrancado una risita nerviosa y un sonrojo. Incluso a mí antes, pero no ahora.
-¿Qué…qué ha pasado?- pregunté lentamente, me costaba articular las palabras. Tobías se levantó de la silla, para sentarse muy cerca de mí. Me acarició la mejilla con el pulgar.
-Perdiste mucha sangre. Afortunadamente no perdiste al bebé.- explicó con una sonrisa tierna. Y añadió.- El chico con el que hablabas, Jeremías, logré escuchar, huyó enseguida y te dejó tirada en el suelo. Tenías un corte bastante profundo en la parte derecha cadera. ¿Te lo hizo él?
-Si- suspiré.- Y todos los cazadores me han dado por muerta. Gracias a él y a este maldito corte en la cadera.
-Bueno, al menos estás viva, es decir, estáis vivos, tú y el niño.- sonrió.
-Te corrijo, los niños.- se anunció un peculiar personajillo. Era menudo, con el pelo largo hasta los hombros, ondulado y de un color azul que nunca había visto. Sus ojos eran grandes y negros, sus orejas largas y acabadas en punta. Iba vestidos con un esmoquin de chaqueta y pantalones color tierra y una camisa beige. Para mi sorpresa, iba descalzo. Tobías lo miró y se levantó a modo de respeto.
-Sarah, quiero presentarte a Durman, es un elfo, aunque es obvio. Él es quien nos, bueno, te puede ayudar con todo este tema del embarazo. Durman, ¿cómo que los niños?
-Esta no es la primera vez que se da este caso. Hace unos cuantos siglos, se conoció un caso similar. Lo que ocurrió fue que con el paso del tiempo se fue olvidando y la nueva estirpe desapareció a la tercera generación. Dije los niños, ya que no va uno, van dos: varón y hembra.
-¡Oiga! Puede decir hombre y mujer, chico y chica, pero varón y hembra suena como a… animal, un ser antiguo o anticuado.- reproché.
-Pues es una chica y un chico, si quieres que sea más moderno.- dijo con tono burlón.
-¿Son gemelos?- preguntó Tobías por mí.
-O mellizos, la cuestión es que vienen dos de distinto sexo, lo demás da igual, ¿no?- respondió el elfo.
-Tiene razón, Tobías.- levanté.- ¿Qué más dará?
-Tu hermano y tú sois gemelos, ¿me equivoco?- dudó Durman.
-No, no se equivoca, somos gemelos.
-Pues lo más probable es que salgan gemelos, pero tampoco prometo nada. Hay tanto un 50% de que toque gemelos que mellizos, pero un 100% de que sean de sexo opuesto.- explicó.
-Pues bien.- dije. Se hizo silencio. Al intentar ponerme en pie, me tiró la herida, ya casi cicatrizada gracias a los puntos que me dieron cuando estaba inconsciente, por lo que no lo noté. Hice una mueca de dolor y al instante Tobías estaba cogiendome en brazos como si fuera yo una princesa. Bueno lo soy, pero no me gusta demostrarlo. Me bajó hasta el comedor, donde la comida ya estaba en la mesa y servida. Durman se frotó las manos. Y con razón. Había una gran variedad de delicias: tostadas con arándanos, exquisiteces exóticas de mango, queso brie con una fina capa de orégano y otras hierbas, etc, etc. La comida transcurrió en un profundo silencio que nadie se atrevió a romper.
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Hello! Ya estoy de vuelta. Adivinan donde escribí parte del capítulo? En el lugar que más odio: el hospital. Si, ha mi hermana le tuvieron que enyesar del pie hasta casi la rodilla :( casi tres horas en el hospital, Dios que agobio! Al menos había un chico guapo de unos quince años que también tenía la pierna o el pie roto jijiji pero eso sólo ha sido durante media hora. Bueno, media hora que he estado entretenida sin pensar donde me encontraba. Aquí les estoy quitando yo tiempo de sus vidas contando la mía. Bueno, espero que les haya gustado el capítulo, creo que ha sido un poco corto, pero pronto subiré otro ;P
A lot kisses

miércoles, 22 de mayo de 2013

No sé si lo sabrás, pero no eres nadie. Tantos consejos que te he dado, cuando ni siquiera nunca lo nuestro ha sido una amistad

No sé lo que ven en ti esos chicos, deben estar ciegos o algo. No me creo que tengas a tantos detrás habiendo diez mil millones de chicas mejores que tú. Puede que incluso te lo inventes todo para hacerme creer que soy inferior que tú, pero te equivocas. Nunca me sentiré menor que nadie y nunca me sentiré mayor a nadie. Si decides que quieres mentirme, adelante, a mí no me engañas, te engañas a ti misma. Yo no me trago tus mentiras, porque me han contado tantas que sé diferenciar entre la realidad y lo que sale de tu cabeza. Así que tú decides: creerte guay yendo de puta mentirosa por la vida o soltar de una vez toda la verdad y admitir que eres tú la que no tiene vida social. Por si no lo sabes llegó un momento en que:

miércoles, 15 de mayo de 2013

Dichosa Fiesta 2/2

Solo habia uno sin hacer nada, Jeremías. Él solo me miraba con una sonrisa pícara desde donde estaba. Poco a poco se acercó a mí. Cuando paró, quedó a menos de medio metro de mí. Sonreía con malicia, como si fuera la bruja malvada del cuento.
-La fiesta podría haber durado un poco más, pero tú lo has querido así. Tampoco habría durado mucho más, tal vez un par de horas como mucho.- dijo cuando retomó su marcha.
-Yo no he querido nada, ha sido todo voluntad tuya. Cúlpame si quieres, pero por esa razón no dejarás de ser el culpable.- acusé.
-¿Me tomas por tonto? ¿Te crees que no lo sé? ¡Pues claro! Y por eso mismo te hago esto. Para que sufras. Y porque, aunque lo intentes disimular, eres débil, muy débil.- dijo lentamente lo último que dijo, como si la saboreara. Sabía que esa palabra me dolía, me hacía sufrir, porque era lo que yo me consideraba hasta que murió mamá. Murió porque él la había matado.
-Bromeas, ¿no? Yo tengo de débil lo que tú de inteligencia. Tu coeficiente intelectual está bajo cero y tu nivel de cobardía supera cualquier marca, es decir, eres el hombre más cobarde que ha pisado esta tierra.- no tenía intenciones de mostrarle el golpe que me había dado sin ponerme una mano encima. Su sonrisa se esfumó totalmente de su rostro, como si nunca hubiera sonreído en su vida. Eso hizo que un escalofrío me recorriera toda la columna vertebral.
-Tú no sabes muchas cosas, Sarah. Yo llegué a enamorarme de ti. Llegué a amarte.- confesó lo que a mí me parecía una mentira. Parecía desesperado.- Pero ahora las cosas han cambiado. Ahora necesito matarte si quiero conquistar el corazón de aquella que me lo robó.
-¡Nunca me quisiste, Jeremías, nunca! ¡Desde el principio quisiste matarme! ¡Por Dios santo, Jeremías, lo sé todo, no necesito que me expliques nada! ¡Puedo vivir sin ti y sin tus explicaciones! ¡Nunca te amé y me doy cuenta ahora! ¿Sabes por qué? Porque gracias a ti volví a encontrarme con Nataniel y me dí cuenta de que siempre lo he amado y lo sigo amando.
-Nadie sabe lo que va ha salir de ese vientre.
-Y eso me da exactamente igual. Es mi hijo y lo criaré como tal.
-¿Quien te ha dicho a ti que vas a estar viva para ello? Posiblemente mueras ahora mismo o, si te escapas y llegas a tener ese hijo, morireis los dos.- una sonrisa volvió aparecer en sus labios. Nos quedamos en silencio, sólo se oía el entrechocar de espadas. Jeremías me miraba con maldad y yo queriendo fusilarlo ahí mismo- Es curioso.- rompió el incómodo silencio que se había formado entre nosotros.- Yo también voy a ser padre. Sólo que yo tengo los veinte y tu antes de cumplir los diecisiete, ya serás madre. Y justamente es de la mujer de la que estoy enamorado. Pero ella no me dejará ver a mi hijo a no ser que te borre del mapa. Así que te necesito muerta si o si.
-Resulta que yo no quiero estar muerta, que pena, ¿no?- dije con tono burlón. El frunció el entrecejo.
-No es cuestión de lo que tú quieras, es cuestión de lo que yo quiera.- remarcó el "yo".
-Mi vida es mía.
-Pero yo decido si terminar con ella.- contraatacó rápidamente. Su expresión era dura, pero en sus ojos se podía vislumbrar otro sentimiento contradictorio. Todavía me miraba como si siguieramos juntos. Me miraba con aquellos ojitos de amor que tanto me gustaban. Me sentía protegida y feliz. Una avalancha de sentimientos recorrieron mi cuerpo. Esos tres últimos años había echado mucho en falta aquella mirada. Me entraron ganas de llorar, pero no quería que él me viera así.
-¿Estaremos aquí hasta que Christien y tú rompais aguas?- ¿Christien? ¿Había dicho Christien? ¿No era su prima? Bajé la vista, mirando el suelo.
-Lo estoy pasando mal, Jeremías. De verdad. Mi padre está muerto, mi madre está muerta, ayer descubrí que tenía un hermano, que no es más que escoria; el embarazo va más rápido de lo que tendría que ir. Estoy lejos de Nataniel, no sé ni dónde estoy ahora mismo. No me puedo quejar de los cuidados a los que me somete Tobías, pero me siento como una extraña en mi propia casa.- lo miré con los ojos cristalizados. En los suyos había piedad.
-¿Tienes un hermano?- preguntó secamente.
-Si. A lo mejor no te informaron de ello y supongo que también querrás matarlo a él
-No lo mataré, no me lo han mandado a mí.- su tono era indiferente.
-¿Te importo?- pregunté con un atisbo de esperanza.
-Me importas lo suficiente como para creer que no mereces morir.- ¿eso era una confesión? Si lo era, contradecia totalmente lo que quería hacer.
-Entonces déjame desaparecer. Habré muerto para ti, para Christien, para todos, pero no me mates. Quiero saber que se siente al dar a luz, al tenerlo entre mis brazos, al oír sus primeras palabras o ver que da sus primeros pasos. El amor que se siente, que es superior a cualquier otro. Por favor, Jeremías, si todavía alberga en lo más hondo de tu corazón ese amor que tanto me diste, perdóname la vida, por favor.- supliqué. Él negó con la cabeza.
-No puedo, Sarah. Créeme que me gustaría, pero no puedo. Pondría en duda mi reputación y si se enterase alguien sería hombre muerto. De todas formas, si no lo hago yo, lo hará otro. En el distrito le han puesto precio a tu cabeza, literalmente. Creen que eres peligrosa, aunque yo sé que no harías daño ni ha una mosca.- sentenció.
-¿No queda nada de aquel amor?- pregunté con la voz casi rota, a punto de estallar en llanto. Noté una lágrima resbalar por mi mejilla. ¡Mierda! Estaba llorando delante de él, a sabiendas que no por ello iba a cambiar de decisión. Me la seque rápida, pero también torpemente. Serené el semblante y todo se cobró de un matiz distinto. No volvería a suplicar, ¿desde cuando hacía yo eso? Era de rastreros y cobardes. No, había que enfrentarse. En otro tiempo había querido aquello, la muerte, y ahora que podía tener lo que había anelado desde que murió papá no lo iba desperdiciar. A lo mejor se echaba atrás si veía que no tenía miedo y estaba decidida.- Matame si eso es lo que quieres, Jeremías. No voy a poner resistencia. Ahora bien, como toques a mi hermano, juro que quedarás maldito y las auras y las almas más malignas de todos los tiempos se volverán contra ti.- Jeremías se acercó peligrosamente a mí…
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Hola, chicas! Como van? Espero que bien al igual que yo. Espero también que les hayan gustado este capítulo y decir que está semana haré un maratón de cinco capítulos, uno cada día.
Besos ;)

jueves, 2 de mayo de 2013

¡Dichosa Fiesta! 1/2

Llegamos más tarde de lo que tocaba, ya que al entrar en inmenso salón ya estaba lleno. Entré del brazo de Tobías. El salón era circular, muy amplio, con suelo de mármol gris y las paredes estaban cubiertas por ventanales que llegaban casi desde el techo hasta el suelo, casi dos metros medirían. Conté mentalmente los ventanales: siete, tres en cada lado y uno en medio, uniendo ambas partes. Me fijé más. No era un ventanal, era una puerta que daba acceso a los jardines de la casa por un camino de piedras. Atiné a ver los escalones que tenías que bajar y una especie de muros hechos con arbustos altos.
Contuve la respiración. A cada paso que daba, más ojos examinaban mis movimientos. La música paró. Las risas cesaron, sustituyendolas por murmullos. La gente nos cedía el paso abriendose a ambos lados. Tobías caminaba recto, serio, mirando al frente. Yo, como marcaba la tradición, escondía la parte superior de mi rostro y también escondía la intimidación que sentía ante aquel gentío. De un grupo de jóvenes lobas se oyeron unas risitas nerviosas cuando vieron a mi acompañante. Yo las miré y ellas me devolvieron una mirada asesina. Les sonreí dulcemente intentando relajar el ambiente. A él pareció darle igual. Un escalofrío recorrió mi espalda. Avanzamos hacia el centro de la pista de baile, donde nos esperaba un hombre de unos cincuenta años, con bigote blanco, al igual que el poco pelo que le quedaba en la cabeza.
-¡Tobías!- exclamó el hombre al vernos.- ¡Hijo mío, has vuelto! ¡Y en la mejor compañía!- extendió los brazos y se fundieron en un abrazo con el chico.
-Padre, el encargo está hecho. ¡La princesa está de vuelta!- gritó con alegría. Aquel grito resonó en toda la sala, que se quedó totalmente en silencio antes de estallar en gritos, vítores, aplausos y demás muestras de felicidad. Le estiré un poco el brazo a Tobías para llamar su atención.
-Creí que no sabías nada de tus padres.- recordé.
-Y así es. Él me adoptó como yo a ti.- sonrió. En ese momento llegó una de las chicas del grupo que había visto antes y lo arrastrase hasta donde estaba con sus amigas. El padre de Tobías se me acercó.
-¿Cómo está, princesa?- no contesté, por lo que prosiguió.- Han venido personas importantes desde todos los reinos, como ya te habrá mencionado mi hijo.- tragué saliva.- Para verificar su vuelta y para conocerla sobre todo.- bajé la mirada avergonzada. Un montón de gente se había trasladado hasta allí por mí. Y a mí que no me gustaba llamar la atención. Miré hacía la única persona que conocía en ese momento. Estaba hablando con esas chicas, las lobas, que lo miraban fascinadas mientras hablaba. Cuando volví la vista para seguir con la conversación con el padre adoptivo del lobo, mis ojos toparon con otra persona que conocía muy bien. Apoyando en la pared, solo, había un chico que me resultaba muy familiar, sólo que no era como lo recordaba, pero eso no me impidió reconocerlo.
-Disculpa.- interrumpí, aunque no lo había escuchado todo. Sin esperar respuesta, me dirigí hacía él, abriendome paso entre la muchedumbre de una forma un tanto grotesca y maleducada, pero con rapidez. Ya estabamos frente a frente, cara a cara, cuando me atreví a preguntarle con tranquilidad, pero no pude evitar que notase el odio que destilaba mi mirada y mi voz.
-¿Se puede saber que haces aquí?- mi voz estaba teñida de el sentimiento que menos me gustaba.
-Aquí hay muchos de vosotros.- contestó sin mirarme.- La casa está rodeada. En cualquier momento os aniquilaran, romperán las ventanas para entrar y pasareis a ser historia, un mito.- me miró y cogió mi barbilla, igualando la altura de nuestros ojos.
-No podrás acabar con todos.- me desprendí de su mano y él sonrió con malicia y picardía.
-Lo que más siento es que tengas que morir tú también, pero entiendelo eres un peligro para la sociedad.- esta vez cogió mi mano y entrelazó nuestros dedos, aferrandola tan fuerte que me hizo daño. No podía escapar. Tiró de la mano, trayendome hacía si e hizo media vuelta, dejándome acorralada entre la pared y su cuerpo. Sus movimientos fueron rápidos y precisos. No me dió tiempo a reaccionar.- Para mí sobre todo. Me gustaría ser el último que probara de nuevo tus labios, Sarah.
-Te lo advierto. Puedo ser peor de lo crees.- cada vez se acercaba más y más, acortando distancias. En otro tiempo habría dejado que le besase, pero no ahora, que llevaba algo de Nataniel dentro de mí.- ¿Recuerdas a Nataniel?- no pretendía que se acordara, solo iba a decirle lo del embarazo. Él paró en seco a pocos centímetros de mis labios.
-Como para olvidarlo. Se llevó consigo a mi hermana, aunque no fuéramos hermanos de sangre, la amo con locura a pesar de que ella no está conmigo y es un vampiro. Pero él provocó que me atacara y me dejara convaleciente. Siempre se ha creído superior a mucha gente y eso le ha creado problemas. ¿Ya ha muerto? Christien iba detrás de él, no sé si habrá conseguido su propósito.- se interesó.
-La verdad, no sé si estará muerto, pero espero que no, porque estoy esperando un hijo suyo y me gustaría que ejerciera como padre.
-Espera, ¿he oído bien? ¿Estás embarazada de ese ca****.- dijo como si no se lo creyera.
-Lo que oyes. No creo que seas sordo, ¿o si?- sin esperar respuesta, le empujé para quitarle de enmedio y volví con el padre de Tobías que aguardaba junto a su hijo. Al llegar a su lado, las ventanas reventaron y de ellas saltaron hombres vestidosde negro, no se les veía la cara. La gente estalló en pánico. De entre todo el barullo, lo ví con esa sonrisa que años atrás me mataba, pero ahora odiaba, más que nada porque todo era malo. Escupí su nombre en susurros.
-Jeremías.- había sido un error hablar con él, pero no era momento de arrepentirse. Tan solo eran seis hombres. La sala se estaba despejando.
-¿Sabes?- Tobías me tendió una espada.
-Como no.- respondí. Cogí la espada y corrí hacía uno de los hombres. Me manejaba mejor con una daga, pero pude defenderme. De una estocada más me lo quité de encima. Antes de acabar con ese, ya tenía a otro atacando por la espalda como un cobarde. En vez de una espada, llevaba una daga.- Creí que esa arma era de mujer.- comenté mientras peleabamos.
-Y yo creía que las mujeres no sabían utilizar una espada y mira, ahora mismo estoy en un duelo contra una.
-Seré una excepción.- en ese momento arremetió contra mí, con un golpe fuerte, que habría vencido a un novato. Pero yo controlé bastante bien y lo que permitió que pudiera darle un codazo en el estómago, dejándolo en el suelo tirado. El golpe en el estómago no había sido fuerte, lo que si había sido fuerte había sido el golpe que se había dado en la cabeza al caer. Me detuve unos segundos. Al otro lado de la pista, Tobías ya había acabado con uno e iba por el segundo, mientras que su padre le costaba un poco más a causa de su edad, todavia iba por el primero.
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Hola! Sé que el capítulo es algo corto, por eso lo voy a hacer en dos partes. Bueno, antes que nada, dedicarle este capítulo a Julii y a Ana, porque me han ayudado a mí y a otras tantas chicascon problemas de alimentación. Otra cosa, me gustaría que comentaran. Darme ideas. A lo mejor, si veo que hay más gente que se pasa por mi blog, puede que después de la historia de Sarah, cuente la de Algodón, que no será muy larga, y la de Daniela, que sería la nieta de Sarah, que ya la tengo más o menos pensada y algo tengo escrito. Sólo decidme, ¿sigo con esta y las siguientes o sólo con esta?
A lot kisses